Avances en la legislación española del desperdicio alimentario

La Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 29 de septiembre como Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos para contribuir a sensibilizar sobre la importancia de este problema y sus posibles soluciones con miras al cumplimiento de la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en sus dos componentes, las pérdidas y el desperdicio:

El primero de ellos se centra en aquellas pérdidas de alimentos que se producen desde la producción hasta el nivel minorista (sin incluir este). Mide los cambios en las pérdidas porcentuales de una cesta de 10 productos básicos por país en comparación con un período de referencia.

En relación al índice de desperdicio de alimentos, se está elaborando una propuesta para medir el desperdicio de alimentos, que comprende el nivel minorista y de consumo.

¿Cómo estamos en España en legislación para prevenir el desperdicio alimentario? Existe la intención de contar con una regulación de ámbito estatal para la prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario. Nuestro país se comprometió en 2015 a reducir el desperdicio de alimentos a la mitad en 2030 en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

Desde 2015 hasta la fecha no se ha avanzado demasiado, aunque ya se está trabajando en el Proyecto de Ley por el que se regula y se establecen normas básicas para la prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario. Hasta que esta iniciativa legislativa se concrete y la veamos publicada en el BOE, hay que valorar algunas actuaciones de las comunidades autónomas que ya han legislado para tratar de reducir los desperdicios alimentarios.

Algunos ejemplos de estas iniciativas legales son: la Ley Foral 7/2013, de 25 de febrero, sobre utilización de residuos alimenticios (Navarra); la Ley 10/2013, de 18 de octubre, para el aprovechamiento de excedentes alimentarios y creación de la Red Solidaria para el Aprovechamiento de Alimentos (Murcia); el decreto 19/2019, de 26 de marzo, por el que se promueven medidas para evitar el desperdicio alimentario y se facilita la redistribución de alimentos en Castilla-La Mancha, o la Ley 3/2020, de 11 de marzo, de prevención de las pérdidas y el despilfarro alimentarios (Cataluña).

En todos los casos la regulación desarrollada se enfoca hace el mejor aprovechamiento de los alimentos que producimos y por tanto la reducción de los desperdicios alimentarios para tratar de aproximarnos al Objetivo de Desarrollo Sostenible 12.3.

Además de considerar los planteamientos de los ODS también se valoran otros elementos a la hora de legislar, en particular se tiene en cuenta la regulación sobre residuos, Directiva 2008/98/CE, iniciativas del Parlamento Europeo u otro tipo de textos de la Comisión Europea como el de las «Orientaciones de la UE sobre la donación de alimentos», aproximándose a la cuestión desde distintas perspectivas.

Tal y como indicábamos, desde el Ministerio de Agricultura se está trabajando en la futura legislación para combatir el desperdicio, ¿qué se propone?

La futura Ley contra el desperdicio de alimentos quiere que se produzcan menos pérdidas y que se generen más acciones para aprovechar mejor los alimentos a lo largo de toda la cadena de producción. Está objetivamente demostrado que el funcionamiento de los sistemas alimentarios es deficiente y da lugar al incremento del desperdicio de alimentos. Las pérdidas y desperdicio alimentario están presentes en toda la cadena, desde la producción hasta el consumo. Sólo en las fases de la postcosecha y la venta minorista se pierde hasta el 14 % de la cantidad de alimentos que se producen en todo el mundo según (datos FAO 2019).

Puntos débiles de la cadena alimentaria. La cadena alimentaria presenta algunas debilidades que inciden en la pérdida de alimentos, se trata de situaciones muy heterogéneas, no sólo se trata de cómo reducir el desperdicio alimentario, se trata de poner el foco también en cómo optimizar o ahorrar los recursos destinados a la producción agroalimentaria.

Las principales vías de escape de alimentos de la cadena se dan en las siguientes actuaciones: el empleo de insumos inadecuados en la producción; errores en la planificación y calendario en la cosecha; prácticas inapropiadas en la producción, recolección y manipulación; deficiencias en las condiciones de almacenamiento y control de la temperatura; inadecuadas condiciones y técnicas de comercialización en la etapa de venta minorista; malas prácticas de los proveedores de servicios alimentarios; malos hábitos o prácticas de los consumidores en la compra, preparación y consumo, y fallos en la organización, la coordinación y la comunicación entre los agentes de la cadena alimentaria.

¿Qué podemos esperar de la futura regulación? La futura ley responderá a los retos que genera el desperdicio de alimentos a través de la promoción de la economía circular, con una gestión más eficiente de los recursos disponibles y también facilitando la donación de alimentos. De este modo se logrará una mayor sostenibilidad en la producción y consumo.

No obstante, más que esperar a que fructifique la iniciativa legislativa, debemos tomar la iniciativa como sociedad, hay que tener en cuenta que más del 40% del desperdicio de los alimentos se genera en nuestros hogares. Es imprescindible que toda la sociedad aporte su granito de arena en la reducción de los desperdicios de alimentos y que todos los sectores de la sociedad intervengan activamente, desde las Administraciones Públicas, empresas alimentarias, asociaciones, y cada uno de nosotros como ciudadanos que podemos y debemos reducir el desperdicio de alimentos. Aquí no se tira nada.