Proteína hidrolizada de pluma, lo último en bioestimulantes

La compañía HFF Protein desarrolla una tecnología pionera que permite a los cultivos absorber los aminoácidos presentes en las plumas de ave para incrementar sus rendimientos

La economía circular es uno de los vectores por los que la agricultura y la ganadería están transitando a un modelo más sostenible económica y medioambientalmente. Gracias a la tecnología y la innovación, la búsqueda de nuevas formas de aprovechamiento de los subproductos se ha convertido en una fuente inagotable de propuestas. La última es aprovechar las proteínas que contienen las plumas de aves para crear bioestimulantes que mejoran el rendimiento y la salud de los cultivos.

Las plumas son ya utilizadas para la obtención de harinas para alimentación animal por su alto contenido en aminoácidos. Precisamente es la larga experiencia en este terreno la que ha permitido a la compañía HFF Protein diseñar una tecnología propia para que sea también un aliado para las producciones vegetales.

“Nuestra empresa lleva muchos años dedicándose a la valorización de subproductos cárnicos para proteína animal (harinas cárnicas) que alimente el ganado. Tenemos plantas en España, otra en Marruecos y otras dos en Colombia y Brasil. El valor añadido que aportamos es que aprovechando esa experiencia hemos dado un paso más con un sistema de hidrolización de proteínas que hemos patentado y que no solo las hace más digestibles para los animales, sino que además permite su absorción por parte de las plantas”, explica el ingeniero agrónomo Pau Oromí.

El doble salto de HFF Protein es que su tecnología de hidrolización con temperatura, presión y enzimas permite hacer las moléculas de aminoácidos lo suficientemente pequeñas para que sean absorbida tanto por la raíz de la planta como a nivel foliar. Esto supone que su utilización no se limita a los cultivos de regadío, sino que es extensiva a los de secano.

“Para muchos mataderos las plumas son un subproducto difícil de quitarse. Nosotros las aprovechamos gracias a ese proceso de hidrolización de las proteínas en el que sólo utilizamos temperatura y presión y enzimas, por lo tanto, no tiene nada químico como en muchos bioestimulantes que hay en el mercado. Está en línea con la producción ecológica”, añade. Además, tiene todas las garantías sanitarias del mundo de la alimentación animal, sin salmonella, ni metales, ni dioxinas”, añade Aleix Singla, otro de los socios del proyecto.

La pluma es el hermano pobre de los subproductos de origen animal, algo que se convierte en una de sus mayores ventajas. “Es un producto barato del que se dispone en abundancia, lo que nos permite proveernos de manera más sencilla que con otros más apreciados, como puede ocurrir con el cerdo, que puede escasear si hay muchas compras de China”, añaden Oromí y Singla. Esto permitirá que sea accesible para los agricultores a un precio competitivo. “Los que están en el mercado cuestan entre 5-6 y 7 euros litro. Nosotros podemos comercializarlo a 1,50 euros”, avanzan.

Oromí destaca las utilidades de los bioestimulantes para gran cantidad de cultivos. “Aporta propiedades probióticas y mejora el estado de la planta, por lo que mejora rendimientos en cereales si se utiliza de forma regular, con granos con más peso específico. En la uva aumenta el azúcar o da mejores calibres en las frutas”.

Además, los bioestimulantes cada vez se utilizan más para combatir el stress hídrico o el que generan en los cultivos las granizadas. También, en olivo va muy bien para el stress post cosecha que genera la vibración de los árboles durante la recolección. Puede además facilitar la recuperación de tratamientos agresivos como la aplicación de herbicidas.

La mejora de las defensas naturales que facilitan los probióticos permite además combatir plagas y enfermedades que no tienen tratamiento, como el caso de la araña roja en el maíz. De cara a los agricultores, Oromí insiste en que su utilización “no supone perturbar las técnicas de cultivo, simplemente es complementar con unas dosis”.

Oromí y Singla han puesto el ojo en Andalucía para que su proyecto levante el vuelo. “Tienen una agricultura muy diversificada, con muchos cultivos de gran valor añadido y con grandes cooperativas que pueden capilarizar ese know how a los agricultores”, señala Singla. Ahora, junto a la financiación para poner en marcha un proyecto que supondrá una inversión de entre 5 y 7 millones de euros, están buscando el emplazamiento industrial. “Nos movemos en el eje Málaga-Córdoba-Granada fundamentalmente porque hay mataderos de aves cerca. Nuestro límite es no transportar la pluma más de 150 kilómetros para que la economía circular tenga todo su sentido y además tener un producto lo más fresco posible”, asegura Oromí.