Alberto Herranz, director de la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (Interporc): “Gracias al empleo que genera el sector porcino, los colegios en los pueblos siguen abiertos”

La Interprofesional del Porcino de Capa Blanca presentaba hace unos días una nueva imagen corporativa con la que refuerza su compromiso con un modelo de producción sostenible que es motor del medio rural. “Gracias al empleo que generamos, los colegios en los pueblos siguen abiertos”, afirma su director, Alberto Herranz

¿Qué datos arroja el sector del porcino en 2020 en cuanto a facturación, exportaciones y empleo?

El pasado año tuvo una facturación muy positiva, en total 18.000 millones de euros. Las exportaciones siguieron mostrando unos importantes valores, con récord histórico, más de 7.000 millones de euros y casi tres millones de toneladas. Esto tiene una explicación clara que es la diversificación en países terceros, en los que destaca la demanda china. El crecimiento en exportaciones ha sido de un 22,2% en volumen y un 21,7% en valor. Aportamos el 13% de todas las exportaciones agroalimentarias españolas. Eso significa que tenemos una balanza comercial positiva y que ese valor de las exportaciones que aportamos se traduce a nivel nacional en inversiones y contribuye a la recuperación económica del país. Contribuimos con un empleo directo de 142.600 personas, e indirecto de unas 172.000. El sector porcino aporta un 12,5% de todo el sector agroalimentario.

¿Qué peso alcanza el porcino en la producción agraria y ganadera?

La Producción Final del Porcino alcanza los 8.600 millones de euros, el 42,67% de la Producción Final Ganadera y el 16,32% de la Producción Agraria. Con estas cifras tan significativas en 2022 lo que queremos es seguir avanzando en nuestro modelo de producción sostenible, muy atentos a esas demandas nuevas del consumidor, tanto éticas, como medioambientales y en concreto en la certificación del bienestar animal. Y contribuir a esa demanda internacional de una producción de alimentos con el modelo más exigente del mundo.

La repoblación del mundo rural parece haberse situado como una cuestión de Estado. ¿Qué aporta el sector porcino?

Es importante que se tenga en cuenta que la ganadería en España es un sector clave. El porcino representa un medio de vida muy importante en las zonas rurales porque genera vida, que no se despueble y que la gente joven se quede y los colegios sigan abiertos. Estamos hablando de que un 43% de las granjas de porcino y un 45% de las industrias está en el medio rural y además en municipios de menos de 5.000 habitantes, de forma que ese 35% del empleo que generamos está en ese medio rural. También queremos que se contribuya con nuestra aportación a ese modelo de digitalización para que las zonas rurales tengan servicios. Pero pedimos que se pueda generar esa actividad en torno a las granjas del porcino. Cada vez son más los ayuntamientos que son aliados de toda la cadena ganadero-cárnica.

Sin embargo, aumenta la oposición a las granjas porcinas ¿Cree que es así o lo que en realidad crece es la proyección mediática de esa oposición?

Es importante desmitificar las fake news, que las nuevas tecnologías contribuyen a difundir y a coger un gran impacto. Sobre nuestro sector hay muchas. Nosotros trabajamos en dar información veraz sobre nuestro modelo de producción y de cómo cumplimos una normativa que es la más exigente del mundo o sobre una certificación voluntaria de bienestar animal que va más allá de la normativa. Y no es que lo diga Interporc, es que detrás hay un equipo científico de más de 20 entidades encargado de construir este reglamento. También están las ONG, con las que trabajamos directamente para poder etiquetar el producto final con la información que exigen los nuevos consumidores. Hay veces que esa información no se conoce y nuestra obligación es difundir que contamos con criterios científicos y además estamos abiertos a contar lo que nos pidan.

¿También el porcino se cree víctima de intereses comerciales para sustituir la proteína animal por la vegetal, por la carne artificial?

Hay cosas que surgen y que no se conocen muy bien. El 66% de los consumidores no tiene información sobre si la carne sintética es o no saludable. El mundo evidentemente cambia y nosotros somos respetuosos con cualquier opción a la hora de elegir el modelo de nutrición, pero lo que tenemos es que ser veraces en la información de los componentes nutricionales de los alimentos. Nosotros somos defensores de la dieta mediterránea, en la que caben todo tipo de alimentos, y uno de los principales afortunadamente es la carne de porcino, porque forma parte de nuestra cultura, de nuestra tradición. Nosotros ponemos a disposición de los consumidores los informes científicos que avalan sus propiedades nutricionales. En esta pandemia en la que hemos estado trabajando con diferentes colectivos, hemos visto que tanto a deportistas, ancianos o los escolares la carne de porcino aporta vitaminas, aminoácidos y microelementos esenciales, como por ejemplo el selenio, que es muy importante para el sistema inmunitario, dentro de un consumo equilibrado y razonable. En cuanto a otro tipo de productos, el consumidor tiene que ser capaz de elegir siempre conociendo qué hay detrás.

Uno de los argumentos de sus detractores es el problema medioambiental de los purines. ¿Cómo enfrenta el sector ese problema?

España aplica toda la normativa que recoge la Unión Europea a través de sus reglamentos y sus directivas. Dicho esto, es importante destacar que el 90% de los purines se reutiliza como sustitución a abonos inorgánicos. Estamos hablando de esas políticas del Farm to Fork, del Green Deal donde se establece que hay que cambiar la utilización de abonos inorgánicos por orgánicos. Ahí incorporamos la economía circular y hay que hacerlo bien analizando los suelos, con estudios agronómico de las necesidades de los cultivos y el purín contribuye a dar mayor calidad de la tierra, a alimentar a los cultivos.

Fueron pioneros en crear un certificado en bienestar animal. ¿Cómo valora la aceptación por parte del sector?

La Unión Europea lleva 50 años trabajando en bienestar animal, o sea no es algo de hace dos días. Y además lo hace no con recomendaciones, sino con normas y legislación sobre producción, transporte, sacrificio, etc. Por tanto, partimos de una exigencia, que no conoce la sociedad, con los mayores niveles. A parte de eso, el porcino español ha decidido crear un reglamento que es voluntario, pero que tenemos ya más del 60% del sector adherido, algo muy significativo dentro de la UE. Y ese reglamento lo ha construido un equipo científico, que forman escuelas de ingeniería agronómica en el diseño de las instalaciones, universidades y colegios veterinarios para la salud de los animales y el comportamiento, e institutos científicos como el INIA el Itacyl y profesionales veterinarios con el día a día de las granjas. Es único en Europa y está alienado con las directrices que marcará la UE para toda la ganadería. Pero aun así, no nos ha parecido suficiente y hemos incorporado a grupos consultores de ONGs y hemos recogido sus propuestas. Por ejemplo, cuando se reclamaba la presencia de cámaras en los mataderos nosotros ya las aplicábamos. Y esto lo auditan certificadoras independientes. Y hemos dado un paso más y hemos hecho auditorías con las empresas de distribución, cuyos departamentos de sostenibilidad y calidad han ido a ver in situ cómo funciona. Ahora lo hemos presentado a ENAC y ha sido reconocido por Global Gap, con lo cual ese sello del porcino español está ya en supermercados internacionales, en los que a través de un código Vidi pueden informarse de la situación de ese producto en cuanto a bienestar animal. Ha supuesto un esfuerzo adicional que demuestra que estamos preocupados por el bienestar animal.

¿Cómo ve el sector la implantación del Nustriscore?

Partimos de la base de que en el sector porcino queremos un etiquetado nutricional que dé información clara al consumidor para su decisión de compra. El Nutriscore tiene un algoritmo complejo que es propiedad de Francia que penaliza a los alimentos en base a que tienen proteína, grasa u otros elementos. Atenta claramente contra la dieta mediterránea porque productos como el aceite de oliva o el jamón están clasificados automáticamente en un sistema de color rojo que causa rechazo a primera vista y no bonifica esa reducción por las altas proteínas de alto valor biológico, el contenido en hierro o en zinc de los productos cárnicos elaborados. No recoge tampoco los esfuerzos en reformulación que se están haciendo desde hace años, como la reducción del contenido en sal o en grasas. De implantarse se cometería un grave error porque hay sistemas alternativos.

Hace unos días reclamaba en la ‘Cumbre sobre Sistemas Alimentarios’ celebrada en Nueva York más apoyo internacional para el sector porcino. Tras su conclusión hacía una valoración agridulce ¿Por qué?

El proyecto más gratificante en Interporc en los últimos dos años ha sido la Cumbre de los Sistemas Alimentarios. Hemos sido el único sector español que ha dado el salto de estar integrado dentro de esa línea de acción de los ODS que ponía en marcha la ONU. Ya estábamos desde hace tiempo en el Pacto Mundial aquí en España, con lo cual cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible no nos era extraño, pero dar el paso a preparar un diálogo independiente en el que participasen todo tipo de colectivos -jóvenes, estudiantes, amas de casa, veterinarios, médicos, empresas, administración, ONG- para que opinasen de cómo veía los sistemas alimentarios ha sido enriquecedor. Ahora hemos participado activamente en la Cumbre de Nueva York y nos hemos dado cuenta de lo que pasa en el mundo. Desde junio hemos estado asistiendo a conferencias diarias, dedicando un montón de tiempo a escuchar a indígenas, poblaciones africanas, políticos, activistas sobre la importancia de que los futuros sistemas alimentarios sean sostenibles económicamente para que puedan serlo medioambientalmente. Ha habido muchas declaraciones de que tiene que haber unas retribuciones equitativas y de que hay que ser resilientes e inclusivos. Pero queríamos que hubiese habido más mensajes sobre la importancia que tiene la ganadería, sobre todo en aquellos lugares del mundo donde quieran abastecerse de proteína animal. Aquí tenemos una clase media que exige unos compromisos éticos, pero en otras zonas lo primero que quiere es alimentarse. Entonces no nos olvidemos de que hay distintas exigencias y que España y el porcino contribuye a alimentar el mundo.

El crecimiento de las exportaciones está muy vinculado a la PPA en China, que está recuperando su cabaña. ¿Cuál va a ser su estrategia?

Llevamos desde hace mucho tiempo siendo primer proveedor de China, pero no nos olvidamos del resto de países. Estamos en más de 130, muchos mercados muy consolidados, pero estamos haciendo estudios de mercado en África o haciendo campañas de promoción muy significativas en Chile. Entre enero y junio de este año se han superado las 900.000 toneladas en ventas a China y seguimos siendo el primer proveedor muy por delante de Estados Unidos. Hay una buena relación y confianza mutua y ahora parece que estamos en un punto de inflexión, pero el sector está perfectamente concienciado de que hay ciclos que pueden durar más o menos y está posicionando producto en otros destinos alternativos como Japón, Filipinas y Corea del Sur. Está claro el interés de China de producir más pero, además de la Peste Porcina Africana, otros grandes inconvenientes como los criterios medioambientales, el acceso a la materia prima...Muchas pegas que pueden impedirles cumplir sus previsiones. A pesar de la ralentización desde mayo, este año seguiremos siendo el primer proveedor.