“Siempre digo que en Dcoop estamos empezando”

Antonio Luque prepara ya otro salto de gigante para la cooperativa andaluza: crecer un 50% en facturación en el próximo lustro hasta los 1.500 millones, un avance similar al registrado desde 2016, cuando llegó a la presidencia

La historia de éxito de Dcoop está intrínsecamente ligada a este ingeniero agrónomo malagueño nacido en 1958 y residente en Antequera, aunque de familia oriunda de Villanueva de Algaidas. Luque estuvo en el germen de la apuesta empresarial de un grupo de almazaras malagueñas y cordobesas que en 2003 decidieron unirse para tener voz en el mercado. Hoy, tras un proceso constante de fusiones, se encarama en el podio del cooperativismo español y es bandera indiscutible de la pujanza agroalimentaria de nuestro país a nivel global.

Además de primer productor mundial de aceite de oliva y aceituna de mesa, Dcoop es uno de los principales operadores de vino y dispone de negocios en suministros, cereales y ganadería. Aunque la compañía nació en la comarca de Antequera y en esta ciudad mantiene su sede social, ha supuesto una fuente de riqueza en muchas otras zonas del campo español. “La generación de valor añadido, las fábricas, el empleo en las zonas rurales que aportamos es un pilar fundamental para nuestros pueblos”, afirma el directivo. La base social de la compañía la forman 75.000 familias repartidas por las Comunidades de Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha y País Vasco.

Y detrás de todo, el olivo, que al presidente de Dcoop, le inspira “la responsabilidad que tenemos por todo lo que supone, la vida de muchos agricultores y me atrevería a decir, de muchos pueblos, e incluso de un país como España”. Y es que la cooperativa se ha convertido en uno de los motores de la creciente presencia del aceite de oliva en las cocinas de todo el mundo. Y ahí, Antonio Luque apunta el logro del que se siente más satisfecho. “Siempre digo que estamos empezando, pero creo que el hecho de que esas miles de familias sean hoy partícipes de la primera marca aceitera en Estados Unidos, es un hito importantísimo por el simbolismo que tiene”.

Un éxito que comparte. “Los socios son los que me empujan en mi trabajo y todos debemos estar orgullosos de lo que hemos conseguido y luchar por lo que nos queda por alcanzar. En ese trabajo, también los empleados, con los que tengo una relación muy fluida, tienen su papel, y no olvido que yo soy el primer empleado”.

Entre esos retos futuros destaca “el proyecto de mejora del olivar, transformarlo dentro de las posibilidades de cada uno, para tener mayor eficiencia y rentabilidad, para convertirlo en ecológico, renovarlo...”.

En Responsabilidad Social Corporativa, Dcoop intenta aportar como “mayor valor” el desarrollo sostenible en varios ámbitos: ambiental, económico, social con iniciativas que van desde colaboraciones con clubes deportivos locales, a donaciones de alimentos para entidades benéficas o la promoción de políticas de igualdad y formación.

En este último aspecto, la compañía también está abordando las políticas de fomento de la mujer en puestos de responsabilidad. “Aunque siempre han estado ahí, poco a poco se están incorporando a las directivas de las cooperativas. Nosotros contamos ya con una decena de mujeres presidentas, por ejemplo. Tratamos de incentivar esto con acciones como las jornadas MuYJoven, dirigidas a mujeres y jóvenes”.

Trabajamos para que el mundo rural siga vivo

A Luque le gusta su trabajo “me divierto con él” afirma, aunque intenta compaginarlo con su familia y amigos. ¿Su jornada laboral? “Si no tengo que viajar, suelo llegar a primera hora de la mañana a la oficina y también trabajo por la tarde. Si puedo, como en casa. En las cooperativas, muchas reuniones son por la tarde-noche y fines de semana”.

Para él, el “valor diferencial” de Dcoop es el de “una empresa de agricultores y ganaderos que ofrecemos productos de calidad con toda la trazabilidad, sin intermediarios, y trabajando para que el campo siga vivo”.

Señala a la comercialización como el área más sensible de una compañía “que depende de las cosechas, las incidencias climatológicas, los precios, las trabas comerciales, etc.”. Y entre las cualidades que debe tener un directivo destaca, como si se hubiera mirado al espejo, “tener inquietudes, formación, visión a futuro, liderazgo y honestidad”.

Indolencia de los políticos

Luque, amante de las tertulias, el campo y la caza, nunca ha tenido pelos en la lengua. Afirma que lo que le quita el sueño “es que haya agricultores y ganaderos que no puedan vivir de su explotación. Y me preocupa la indolencia de los políticos y la sociedad en general ante problemas como el agua”. Y al cooperativismo español le receta la misma fórmula magistral sobre la que Dcoop ha construido su éxito: “Dimensión, profesionalización y rentabilidad”.