La mejora vegetal, indispensable para una agricultura más sostenible

Con el reto gigantesco de alcanzar una agricultura más sostenible que nos permita producir más con menos recursos en primer plano, el sector de obtentores vegetales ha cuantificado por primera vez el impacto que tiene en nuestro país la mejora de variedades desde el punto de vista económico, social y medioambiental.

Los datos son clarificadores. La mejora de semillas y plantas ha aportado a la economía española entre 1990 y 2017 un total de 16.697 millones de euros; lo que supone una contribución anual de 596 millones al Valor Añadido Bruto (VAB). En términos de empleo estamos hablando de casi 16.000 puestos de trabajo al año, el 26% de ellos directos. Junto al aumento de la productividad de la agricultura española, superiores al 240% en los últimos 50 años en cultivos como el tomate, la mejora vegetal ha sido clave en el avance hacia una producción medioambientalmente sostenible. En este mismo cultivo, entre 2011 y 2016 se han conseguido ahorrar más de 375.000 toneladas de fertilizantes o 1.715 toneladas de fitosanitarios. Por lo que respecta al consumo de agua se han ahorrado 427 millones de metros cúbicos en el periodo 1990-2017, una cantidad similar al agua que consume en un año una ciudad de 300.000 habitantes. La mejora vegetal también evita emisiones de CO2, como las 96.000 toneladas que se han ahorrado anualmente en el cultivo del trigo blando, una cantidad similar a las emisiones anuales de 57.000 coches.

El valor de los beneficios que aporta la mejora vegetal cobra mayor sentido en el momento actual, en el que la Unión Europea afronta la regulación de las nuevas técnicas de edición genética, conocidas como CRISPR, en la producción agrícola. Crear un marco regulatorio que impulse o frene la innovación tecnológica determinará nuestra capacidad para hacer frente a los retos medioambientales que nos reclama el Planeta y a la supervivencia de un sector económico tan importante como la agricultura.

De nuevo, es clave apostar por los criterios científicos a la hora de legislar, huyendo de los planteamientos ideológicos que, lamentablemente, determinan muchas decisiones europeas. Incorporar nuevas herramientas como la edición genética para lograr semillas más resistentes a las plagas o a las sequías es el camino más rápido y seguro para avanzar en sostenibilidad. Por ello, los datos aportados por la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales constituyen un excelente argumentario para que España haga una defensa activa de la innovación ante las instituciones europeas y ahuyentar el riesgo de perder la hegemonía ante unos competidores que no van a dejar pasar el tren del futuro.