La gestión forestal, clave para favorecer la producción de hongos
Gestionar los bosques permite aumentar la producción micológica y preservar la biodiversidad, además de mitigar los efectos del cambio climático en algunas especies
Los hongos aportan la mayor parte de la biodiversidad forestal, además de ser imprescindibles en funciones vitales para el ecosistema como la degradación de la materia orgánica -es el caso de los hongos saprobios- o la captación de agua y nutrientes fundamentales para el 95% de las plantas vasculares -hongos micorrícicos-. Además, contribuyen a mejorar la resiliencia o capacidad de un ecosistema forestal frente a perturbaciones y juegan un papel clave en la absorción de carbono -están relacionados con entre el 50% y el 70% del almacenado en los bosques boreales-.
En la actualidad, se han catalogado más de 15.000 especies en Europa y se aprovechan alrededor de 1.144 especies de hongos por su valor medicinal o por ser comestibles -el consumo de setas en el mundo crece a un ritmo del 3,8% anual-, sumando 2.800 más si se tienen en cuenta otros usos. Es una importancia a la que hay que añadir el impacto económico de la recogida de setas con fines recreativos. En comunidades como Cataluña el 25% de la población adulta es recolectora, mientras que se estima que 86.000 personas recogen 1.500 toneladas de setas al año para autoconsumo, cuyo valor se cifra en 15 millones de euros en Aragón, comunidad esta última en la que el micoturismo genera un impacto de 11 millones de euros.
Es una importancia medioambiental y económica que no está exenta de una serie de riesgos porque “la productividad de los hongos puede verse afectada por el Cambio Climático a diferentes niveles: desplazamientos fenológicos, sustituciones de hábitat, cambios en la composición de las especies, mayor variabilidad en las zonas mediterráneas y un aumento de la producción ligado al calentamiento de las zonas frías”, explica Fernando Martínez, investigador de la Universidad de Recursos Forestales del CITA (Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria). Son factores que, además, pueden afectar a las inversiones y productividad de especies tan valoradas como la Tuber melanosporum (trufa negra).
La solución para mantener e, incluso, incrementar la producción de hongos no es fácil puesto que todas estas variables no afectan por igual a todas las especies ni tampoco a cada uno de las zonas productoras. Varias investigaciones se han puesto en marcha para conseguir estos objetivos para cuya consecución “los parques o territorios micológicos constituyen una oportunidad para organizar a todos los actores interesados en el recurso micológico de un entorno forestal como propietarios, gestores, recolectores, micoturistas o emprendedores locales, entre otros, y conectarlos con el mundo de la ciencia”, añade Fernando Martínez.
Y, precisamente, la gestión forestal se perfila como clave porque “el actual escenario de progresivo abandono no favorece la producción micológica”, señala Sergio de Miguel, del CTFC -Universidad de Lérida. “Es necesario gestionar hacia estructuras adecuadas para la producción micológica. Una correcta regulación del aprovechamiento micológico puede a su vez permitir rentabilizar la gestión forestal”, ha añadido durante la celebración del Congreso Mycoforum en la localidad turolense de Albarracín, organizado por el CITA, el Parque Micológico de la Comunidad de Albarracín y la Diputación de Teruel.
La investigación llevada a cabo en este centro con la monitorización de parcelas en distintas zonas de Cataluña en las que se ha seguido el tratamiento de claras continuas refleja que la gestión sostenible del monte no perjudica –incluso puede promover- la producción micológica, además de no comprometer la conservación de su diversidad. Solo en estas parcelas han aparecido más de 700 especies que producen setas, habiéndose detectado también una importante presencia de hongos bajo el suelo.
Además, se ha observado que en las parcelas aclaradas se ha producido un aumento de productividad del rebollón -es una de las especies con más peso en la comercialización de hongos-, que se ha mantenido durante el año siguiente. El resultado de esta investigación también ha permitido observar que la ausencia de gestión forestal reduce de forma generalizada la producción un 11% mientras que, si se gestiona adecuadamente, es posible conseguir un rendimiento sostenido del 6%.
Las explotaciones truferas, en riesgo
Una correcta gestión es fundamental también para preservar la producción de especies tan apreciadas y con un importante impacto económico como la Tuber melanosporum (trufa negra), ya que contribuye a reducir y mitigar los efectos del Cambio Climático, sobre todo, en la zona del Mediterráneo, que está más expuesta a temperaturas más altas y menores precipitaciones.
“Hemos tenido los veranos más secos en los últimos 2.100 años y las predicciones para los próximos 50 años reflejan un declive de precipitaciones en verano. En el sur de Europa, esta tendencia va a ser más notable. Es un problema para las parcelas de trufa porque van a experimentar más reducción de precipitaciones que el resto de áreas no truferas”, apunta Ulf Büntgen, investigador en la Universidad de Cambridge.
Los datos extraídos de la investigación son claros: 2,3 millones de kilómetros cuadrados de tierras aptas para la trufa experimentaron unos veranos un 30% más cálidos y con olas de calor. “La producción va a depender de las precipitaciones entre los meses de julio a agosto y la dosis de irrigación actual parece inapropiada para mitigar el efecto del Cambio Climático. La cuestión va a ser cuánta agua y cuándo se tiene que aportar al sistema” por lo que es preciso continuar con las investigaciones que se están llevando a cabo en las principales zonas productoras de trufa en el mundo. “Es necesario adaptar las técnicas de irrigación y buscar otras estrategias. Hay que entender que si queremos que sobreviva la industria de la trufa en un clima cambiante, hay que hacer cambios y se necesita un enfoque holístico” para evitar poner en riesgo las inversiones y la productividad y rentabilidad de estas explotaciones.