Javier Peiro Ruiz, ganadero de ovino y presidente de Agrobi: “Nadie me viene a preguntar por la labor de mis ovejas en el monte”

Dedicarse a la cría de ovejas hoy por hoy “es vocacional”. Lo afirma convencido Javier Peiro Ruiz, ganadero de 48 años de Mara (Zaragoza) que se mueve entre ellas “desde crío”, y que acaba de recibir un premio por la contribución al mantenimiento de los parajes con el pastoreo

Actualmente dirige con su hermano Carlos (40 años) Peiro Ganadera, una explotación con 1.800 ejemplares de roya bilbilitana, raza autóctona en peligro de extinción. Lo hace con pasión, porque lo lleva “en vena”, aunque reconoce que hay un cúmulo de factores que lo ponen muy difícil. “Para que el ovino sea rentable hay que tener un volumen importante y, siendo así, necesitas pastores que es muy complicado encontrar”; “no vale cualquiera”, afirma Javier, que tiene dos de absoluta confianza desde hace años, antes de aludir también a “que no hay relevo generacional” para una actividad que sigue siendo muy tradicional y que “no permite la automatización o las comodidades que puede ofrecer una granja avícola” como la que él y su hermano han montado “para diversificar”.

Sin embargo, lo peor son “los precios”: “Nos han cogido la medida y no podemos competir salvo por calidad de la carne y bienestar animal”, pero no es fácil si no se ponen en valor esos aspectos “como se hace, por ejemplo, con los huevos de gallinas camperas o los pollos de corral”, y “no se fomenta el consumo de la carne de cordero más que para fechas especiales”. Lucha por revertirlo Agrobi, asociación que se encarga de recuperar la raza bilbilitana y que preside Javier, y sellos como la IGP Ternasco de Aragón, que certifica la calidad de la carne de Peiro Ganadera. Ahora bien, afirma, apostar por ello “conlleva exigencias a tope”. “Tenemos inspecciones cada media hora, pero nadie viene a preguntarme por la labor que hacen mis ovejas en la naturaleza”, se queja sobre el olvido de esta ganadería pese a su contribución forestal e importancia para el medio rural.

“Quiero vivir de lo mío, que se valore lo que crío y la faena que mis animales hacen en el campo”, reivindica un ganadero que se levanta en torno a las 5:30 horas, también cultiva unas 200 hectáreas de esparceta, alfalfa, guisante forrajero y cebada para alimentar a sus ovejas, hace de matrona y veterinario, pone crotales, se pelea con los papeles e incluso se ha especializado en “ecografías visuales”. Las ovejas preñadas salen al monte cada día hasta un mes antes del parto y disfrutan de ocho parideras y refugios que los Peiro también se encargan de restaurar porque son “un bien patrimonial”. Fruto de esa salvaguarda y de la contribución al mantenimiento de los parajes que recorre su rebaño, Javier y Carlos se han hecho merecedores del Premio Biodiversidad de la Feria de la Jacetania Expoforga, un reconocimiento que les llena de “satisfacción” y les otorga un fin de semana en un hotel del Pirineo. Ahora toca lo más complicado: buscar hueco en la agenda. Y es que, dice Javier sin perder la alegría en el tono, lleva sin descansar un solo día “desde noviembre de 2020”.