El sector lácteo, vital tanto para la salud como para la economía

El lácteo es un ‘superalimento’ situado en la base de la pirámide nutricional. Su cadena de producción, transformación y comercialización factura 13.000 millones y genera 60.000 empleos directos. Luis Marchal

Los nutricionistas recomiendan incluir en la dieta productos lácteos para llevar un estilo de vida saludable. Son especialmente ricos en proteínas de alto valor biológico, tienen múltiples vitaminas liposolubles y minerales, como calcio y fósforo, además de hidratos de carbono (lactosa) y grasas de buena calidad. Ejercen un papel muy importante en todas las fases de la vida.

Del yogur, se puede decir que es probiótico y que favorece la salud digestiva. En el caso de la leche, se ha consolidado como uno de los productos básicos para la alimentación humana, vital para mejorar su nutrición. Los lácteos son la principal fuente de ingesta de calcio en la alimentación europea. Más del 60% del calcio de la dieta de los españoles procede de los lácteos.

Es más, un reciente estudio internacional ha identificado, a través de vasijas, que el consumo de lácteos se remonta a hace entre 7.500 y 5.550 años y que forma parte de la dieta de las primeras poblaciones neolíticas europeas. No obstante, no dejó de ser un alimento casi exclusivo del ámbito rural hasta el siglo XIX. Los importantes progresos científicos y tecnológicos de la época, como la pasteurización, permitieron el consumo de lácteos en la ciudad y su popularización.

El poder de este superalimento asequible es incuestionable. Un vaso diario de 200 mililitros de leche de vaca proporciona a un menor de cinco años el 21% de sus necesidades de proteínas y el 8% de calorías y nutrientes. Desde InLac, la organización interprofesional láctea que engloba a todo el sector lácteo español, destacan que la leche y los productos lácteos constituyen el grupo de alimentos más completo y que proporcionan un elevado contenido de nutrientes en relación con el contenido calórico. Asimismo, señalan que su composición es muy equilibrada y que ayudan a prevenir enfermedades.

Existe un amplio consenso entre la comunidad médica y científica, que coincide en la necesidad de consumir una media de tres lácteos al día en todas las edades, desde la niñez hasta la tercera edad, contabilizando leche, yogur o quesos. Por estratos de edad, las Guías Alimentarias recomiendan ingerir entre dos y tres raciones si hablamos de niños y adultos y entre tres y cuatro en el caso de embarazadas, mujeres lactantes, adolescentes, deportistas o ancianos. Las más recientes publicaciones científicas resaltan el rol de la leche y sus derivados en la prevención del síndrome metabólico, cáncer de colon o vejiga o la diabetes tipo 2.

Todo esto es algo que no habría que recordar si no aparecieran continuamente fake news que cuestionan los beneficios de los productos lácteos. Su consumo se está viendo afectado por modas, por el auge de movimientos contrarios a la ganadería y alimentos de origen animal y por el lobby de las bebidas vegetales que, aunque no pueden denominarse “leche”, de acuerdo con la legislación nacional y de la Unión Europea, ni comparten sus beneficios nutricionales, seducen a los consumidores con fuertes campañas promocionales.

De hecho, según el sector lácteo, los productos de origen vegetal pueden ser complementarios a los productos lácteos, pero no deben ser confundidos como sustitutivos, ya que disponen de distintas propiedades y nutrientes. En InLac recuerdan que, cuando seleccionamos un alimento para la cesta de la compra, estamos comprando de forma casi inconsciente propiedades nutricionales para una dieta equilibrada. Por tanto, cuando compramos guiados por una etiqueta de leche, yogur o queso, hay toda una elección dietética detrás insustituible, en forma de un aporte de proteínas de alto valor biológico, ácidos grasos esenciales, vitaminas –como la imprescindible vitamina D, sobre todo en situaciones de confinamientos parciales– o minerales como el calcio.

A pesar de que algunos productos vegetales altamente procesados pueden constituir una cierta fuente de proteínas, su valor nutricional es claramente diferente al de los productos lácteos. Esta diferencia se torna especialmente importante si pensamos en colectivos como, los niños, los adolescentes o los adultos mayores para los cuales resulta fundamental una dieta basada en proteínas de alta calidad, así como de otros nutrientes esenciales como vitaminas y minerales.

Cohesionado

“Detrás de un vaso de leche encontramos desarrollo económico, zonas rurales pobladas, paisajes rurales cuidados y un alimento nutritivo y saludable”, manifiestan desde la Interprofesional. España es hoy el octavo mayor productor de leche de vaca de Europa por detrás de Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda, Italia e Irlanda. Es el segundo mayor productor de leche de oveja, por detrás de Grecia, y también el segundo en leche de cabra después de Francia. En nuestro país, contamos con un sector lácteo cohesionado.

Desde el punto de vista socioeconómico, el sector lácteo es un pilar imprescindible para luchar contra la despoblación y el avance de la España Vaciada, puesto que los ganaderos, cooperativas y fabricantes son, con frecuencia, la única industria o empresa en muchos territorios rurales.

La cadena de producción, transformación y comercialización del lácteo, con 21.700 ganaderos con entregas, factura en torno a 13.000 millones de euros al año y genera más de 60.000 empleos directos. Éste se ha convertido en un sector vital para la economía, el empleo y la vertebración del medio rural de nuestro país.

El lácteo es un sector comprometido con el medio ambiente, el bienestar animal, la lucha contra el despoblamiento rural, las energías renovables, la innovación y la economía circular. Desde InLac, concluyen que éste es un “superalimento que debemos respetar, conservar y promover”.