Riesgos del ‘Brexit’: más impuestos al vino y pérdida de competitividad

En las bodegas preocupan los efectos de posibles subidas impositivas y en el sector hortofrutícola los acuerdos comerciales con países con menos costes

El alivio generalizado que ha provocado el acuerdo in extremis entre el Reino Unido y la Unión Europea no esconde el temor de algunos sectores agroalimentarios a los impactos negativos que el divorcio puede tener en las exportaciones españolas. Un incremento del IVA o del Impuesto al Alcohol preocupa en el sector del vino, mientras las cooperativas ponen el foco en los efectos de los acuerdos comerciales con otros países en frutas y hortalizas.

Pasado el susto inicial de un Brexit duro, comienzan a tomar cuerpo nuevas preocupaciones sobre las consecuencias para las exportaciones agroalimentarias de la salida de la UE del Reino Unido, un mercado en el que nuestro país factura anualmente 4.000 millones de euros con la venta de frutas, hortalizas, vino, o aceite de oliva.

Es el caso del vino de Rioja, para el que el mercado británico es especialmente estratégico al ser su principal cliente exterior. “Lo del Brexit ha sido un final mejor que se preveía y estamos globalmente satisfechos porque otro resultado hubiese sido catastrófico”, afirma Josetxo Soria, director de Exportaciones e Internacional de Bodegas Riojanas.

No obstante, advierte de que hay aspectos que pueden tener “una incidencia muy negativa” en las ventas y que no están en manos de la UE. “Temas como el IVA o el Impuesto sobre el Alcohol son decisiones del Gobierno británico y si se producen subidas repercutiría en el precio que paga el consumidor final y reducir la demanda”, asegura Soria.

“Los impuestos sobre el alcohol son importantes y se revisan prácticamente cada año. No sé lo que pasará pero por el historial, parece que bajarlos no los va a bajar”, añade el directivo, quien recuerda además la importancia del mercado británico no sólo por el volumen, sino porque “es un país, a diferencia de otros, en el que está creciendo el consumo de vino”.

Ésas no son las únicas variables de las que van a depender las ventas de las bodegas españolas en el Reino Unido y que podrían elevar los precios y retraer el consumo. Soria apunta a otro aspecto: cómo va a fluctuar el cambio entre la libra y el euro. “Hasta ahora ha habido una estabilidad bastante buena, aunque ahora no sé cómo se va a desarrollar. Es un elemento que hay que tener en cuenta porque afecta a la estructura de costes de los importadores”, añade el directivo de Bodegas Riojanas, compañía que logra el 22% de su facturación con la exportación y para la que Gran Bretaña es el tercer cliente internacional.

Aunque el mercado británico “tira muy a la baja en precios de exportación” porque hay un consumo muy fuerte en el canal del retail, ”muy agresivo, pero los espectaculares volúmenes de venta de las grandes cadenas compensan”, explica Soria.

Atentos a los cambios

Desde Cooperativas Agroalimentarias de España, su director de Relaciones Internacionales y con la UE, Gabriel Trenzado, se muestra satisfecho porque “el peor de los escenarios, que era tener aranceles y cuotas, no se ha producido”, aunque habrá que estar atento en los próximos meses en cómo “la nueva dinámica” puede afectar al flujo comercial y, sobre todo, cómo puede cambiar la fisonomía y la forma de competir la entrada de nuevos operadores en el mercado británico. “Desde el minuto uno, el Reino Unido tiene completa libertad para alcanzar acuerdos comerciales -de hecho ya tiene 31 con países terceros- lo que puede agilizar la entrada de productos y cambiar la posición de competitividad de nuestro país que, aunque no sea radical y sea de un 2, 3 o 4% es importante”, advierte.

Trenzado ve el mayor riesgo en competidores “cercanos al Reino Unido”, como los países del Norte de África, que son muy competitivos respecto a las producciones de la Unión Europea. “Son importaciones que se benefician de otro modelo productivo, con mano de obra mucho más barata, mucho menos exigente en cuestiones fitosanitarias, y que están creciendo en el mercado internacional”. Aunque no serían capaces de desplazar la producción española, una pequeña bajada tendría efectos importantes, sobre todo, en sectores como frutas y hortalizas, “en los que la rentabilidad está muy ajustada”.

El Gobierno británico no ha perdido un minuto en utilizar su recuperada soberanía para mover ficha en aspectos que afectan directamente al sector agroalimentario. Pocos días después del divorcio ya se ha desmarcado de la Unión Europea al anunciar una consulta pública para facilitar la edición genética, muy estricta en la regulación comunitaria.

Esta tecnología, conocida como CRISPR permite modificar los genes de los vegetales para aumentar su resistencia a sequías y enfermedades sin ayuda de genes externos, como ocurre con los denominados transgénicos, cuyo cultivo solo se permite en la UE en el maíz.

La apertura del mercado británico a productos desarrollados con estas semillas que, además de mejorar la productividad disminuyen los costes en fitosanitarios o agua en los cultivos, dejaría también en una situación de desventaja a nuestro país.

Trenzado no obstante destaca aspectos que pueden ser positivos para nuestras producciones. “Esto tendrá impacto en la medida en que determinados productos basados en la edición genética no pueden estar en la UE. El problema más importante que había con las relaciones con el Reino Unido eran las famosas triangulaciones, importaciones que hacía de países de fuera para renviarlas al mercado comunitario”.

Lo que sí parece haberse despejado es el temor a una ralentización al tráfico de mercancías con la existencia de una frontera, al menos estos primeros días. “No nos han notificado grandes impactos porque sobre todo se está controlando lo digitalizado y porque las empresas habían hecho bastante acopio. Veremos cuando se acabe y poco a poco se vayan extendiendo los controles físicos que será a partir de junio porque el sistema es progresivo y se desarrolla en tres fases”, asegura Trenzado.

Recursos suficientes

Las cooperativas esperan que se destinen recursos suficientes “porque una frontera requiere mucho personal, muchos aparcamientos e infraestructuras adaptadas, pero no sólo allí, también en este lado. De poco vale que haya una gran apertura, que nunca va a ser lo que era antes del 31 de diciembre, si en los puntos de salida de la Unión Europea hay colapso”.

La complejidad administrativa a la que se enfrentarán las empresas va por bloques: aquellas que están acostumbradas a exportar fuera de la UE y que utilizaran un sistema parecido porque ya están acostumbrados, y aquellas que no estaban en el mercado internacional y que ahora se van a tener que adaptar a esa operativa para no perder el mercado”, afirma.

Las bodegas tampoco están teniendo demasiados problemas. “Sí hay mayor complejidad y sobre todo muchas dudas en todo el proceso”, asegura Josetxo Soria. El director de Exportaciones de Bodegas Riojanas reconoce no obstante que las dos principales “complejidades”, los registros sanitarios y mantener el etiquetado no van a ser necesarios. “En eso hemos quedado bastante bien”.