Miguel Ángel Higuera, director de la Asociación Nacional de Productores de Ganado Porcino (Anprogapor): “El porcino afronta un año complicado con precios más bajos y materias primas más caras”

Miguel Ángel Higuera presume “del orgullo como país” que supone que el porcino español haya demostrado durante la pandemia su capacidad de atender el mercado interno y disparar sus exportaciones. Tras un 2020 “positivo”, el sector encara el año con una caída de precios y una subida de costes por la voracidad china por la soja

¿Qué balance hace el sector porcino de 2020?

Ha sido difícil y duro, pero no tan malo como para otros sectores porque ha sabido compensar la situación. Aunque es verdad que subsectores como el cochinillo y el ibérico lo han pasado mal en líneas generales ha estado bien. Muchos de los productos de hostelería se quedaron sin mercado, pero la carne fresca y los elaborados crecieran mucho en los hogares, aunque no compensaron la caída. Pero hemos terminado en positivo gracias a la potencia que tenemos en exportaciones. Hasta octubre, llevábamos un incremento de exportaciones de un 18%, y en consumo en hogares un 20%. Las tres patas se han equilibrado.

¿También ha sido positivo para el ganadero? ¿Cómo ha estado el precio en origen?

A principios del año, las previsiones eran mejores de lo que al final ha sido, pero aun así ha sido positivo para el productor, que ha tenido beneficios pese a los grandes problemas a nivel mundial. En Estados Unidos, tuvieron coronavirus en las grandes plantas de sacrificio y hundieron los precios porque exportaron canales muy baratos que afectaron muy negativamente a las cotizaciones mundiales. En el otro gran país, Alemania, les entró coronavirus en las plantas, y eso nos repercutió un poco porque es un mercado más cercano y produjo una sobreoferta de cerdos. Comparándonos con estos dos gigantes, ha sido extraordinario que España haya conseguido mantener la normalidad. Nosotros hemos sido capaces de abastecer al mercado y exportar, protegiendo a nuestros trabajadores, aplicando las medidas de seguridad tanto en granjas como en mataderos, disminuyendo el ritmo de sacrificio, y realmente estamos muy orgullosos como país.

China ha sido una de las claves de los buenos resultados, pero recupera cabaña a ritmo acelerado...

China tuvo en 2018 una pérdida del 40-45% de la producción por la peste porcina africana (PPA). Ahora, los precios allí están subiendo mucho, con lo cual el productor chino está ganando dinero y está invirtiendo en crecer. Y van a seguir haciéndolo. Sin embargo, el gran consumo que hay, la pérdida de producción y el hecho de que siempre ha sido un país netamente importador hace que sea el mercado mundial absoluto. Nosotros hemos aumentado más de un 140% las exportaciones allí y desafortunadamente, tenemos más de un 40% de nuestras ventas en el exterior que van a China. Eso es mucho y lo entendemos como un riesgo. Por un lado, muy bien porque es un mercado muy competitivo y exigente, que valora mucho la calidad de los productos españoles y paga bien, pero la inclinación hacia ese mercado es muy alta. Asumimos que a corto o medio plazo va a cambiar, que dentro de tres o cuatro años reducirá las importaciones y tendremos que reubicarnos.

¿Y se está preparando el sector?

Sí y no. Todo el mundo sabe que cuando China vaya bajando hay que tener a mano otras oportunidades y son las que se están trabajando. Otros años en los que ha habido más ferias no hemos ido posicionando en otros mercados. Pero ahora mismo, la ley de la oferta y la demanda te dice que el país que más está comprando y más está pagando es China. Tenemos la puerta abierta a cuantos más destinos podamos para que en el momento en el que China afloje las compras tener otras opciones

Por ahora estamos conjugando la amenaza de la PPA. ¿Se aleja el riesgo?

Lo estamos haciendo bien, pero para nosotros es el principal de nuestros riesgos y nuestra primera ocupación, tras el coronavirus, es la PPA porque es vital y sobre todo desde septiembre cuando Alemania dio positivo, por lo que cualquiera puede infectarse. Sería un desastre absoluto, sobre todo con una población elevadísima de jabalíes, algo muy peligroso y que haría muy complicada la erradicación.

Uno de los problemas es que hemos aumentado las importaciones, ¿no pueden ser la puerta de entrada de la enfermedad?

Tradicionalmente el mayor riesgo que tenemos de contagio es por animal enfermo o jabalí, pero para nosotros la PPA tiene otro problema y es que se puede transmitir por carne tras el sacrificio, que mantiene el virus activo. Aunque es importante aclarar que no afecta al ser humano, sólo al cerdo y jabalí, pero ese producto que podría ser utilizado para consumo es un riesgo. ¿En probabilidades? Obviamente el 60%-70% es a través de un animal vivo, un 20% a través de jabalí y un 5-6% a través de carne.

¿Qué se sabe de la vacuna?

La Unión Europea destinó 10 millones de euros para desarrollarla en un proyecto en el que participan 14 países y se lo llevó como líder España, con la coordinación de José Manuel Sánchez Vizcaíno, catedrático de la Facultad de Veterinaria de Madrid. Yo tengo la suerte de estar en el Comité Consultivo Asesor de ese proyecto y la verdad es que se va trabajando lento pero seguro y la evolución es muy positiva. Creo que van a conseguir en dos años tener una vacuna que pueda ser comercializable sobre todo para implementarla donde creemos que es más necesaria, que es en la fauna silvestre, para evitar la propagación a través de jabalíes porque la PPA es relativamente fácil de controlar a nivel de granjas. Estamos bastante esperanzados, lo que no quita para que nuestra prioridad absoluta sean las medidas de prevención para evitar la entrada.

Algunas empresas sostienen que la experiencia en bioseguridad del sector no se ha aprovechado durante la pandemia...

Cuando empezó la pandemia pusimos nuestro conocimiento a disposición. Un día antes del confinamiento en España, ya sacamos nuestra guía de recomendaciones de protección del coronavirus entre los trabajadores de granja y fueron copiadas por todos los países del mundo, incluida la Universidad de Minnesota en Estados Unidos. Estamos muy orgullosos de haber sido los primeros en lanzarnos y cuando ves que te la copian es que lo hemos hecho bien. Una cosa importante es que para nosotros la bioseguridad es un estado mental y nuestros trabajadores ya tienen inculcado la semilla y eso permitió que entendieran más fácilmente las medidas que pusimos en marcha.

Ha sido designado entre los diez expertos en etiquetado en bienestar animal. ¿Qué funciones se realizarán?

La Presidencia Alemana ha conseguido aprobar que se estudie la idoneidad de hacer un etiquetado de bienestar animal de todas las especies a nivel europeo. Se ha creado un comité de diez expertos, en el que estoy yo, que está analizando las diferentes opciones de etiquetado que ya existen, ver el denominador común para que estructuremos la versión idónea que más fácilmente se pueda aplicar a todos los países. El sector porcino español está muy orgulloso porque también nos hemos adelantado y llevamos trabajando un año con un reglamento certificado dentro del sello Compromiso de Bienestar Animal y se nos considera uno de los países proactivos. Orgullosos de que no nos ha pillado a contrapié como suele ser habitual. Sabemos que es una forma de intentar enganchar más al consumidor y que sepa que detrás de los productos que consumen estamos miles de personas cuidando de los animales en las granjas y trabajando por y para ellos. Nosotros necesitamos esa visibilidad y si ese etiquetado es una herramienta para trasladar esa información al consumidor bienvenido sea.

¿Como afronta el sector las exigencias medioambientales de la UE?

La granja y la mesa tienen que estar conectados. La granja es la que tiene que trabajar y la mesa la que tiene que demandar. Algunas de esas demandas las tenemos muy avanzadas y en otras tenemos que seguir avanzando. Y ahí, somos un sector bastante proactivo, porque estamos en constante evolución. Los ganaderos no tienen miedo en introducir todas las innovaciones técnicas y científicas que se le vayan exigiendo y precisamente en el tema que más desarrollo científico estamos aplicando es en el control y mitigación de emisiones. Todas las medidas para mejorar o reducir la producción de nitrógeno bienvenidas sean. Ahí tenemos mucho que aportar. Nosotros no sólo producimos carne para el ser humano, sino también alimento para las plantas, pero sostenible y orgánico como son el estiércol y los purines. Pero no solo nutrientes, también materia orgánica al suelo. Si queremos tener una viabilidad en los cultivos es imprescindible la fertilización orgánica, pero hay que hacerlo bien y no pasarnos. Por eso estamos muy contentos de que el Ministerio esté desarrollando un Real Decreto de nutrición sostenible de los suelos para que, igual que nosotros tenemos que cuantificar cuantos purines producimos y tener limitaciones al aplicarlas al campo, el resto de las posibles fertilizaciones cumplan los mismos requisitos. Los lodos de depuradora, por ejemplo. Nosotros queremos que se dé de comer a las plantas lo que se necesita y que la suma de los distintos productos que se le están aplicando no provoque ninguna sobrefertilización que lleva a un exceso de nitrógeno que nadie quiere.

¿Como está avanzando el sector en la reducción de uso de antibióticos?

De 2014 a 2018 hemos reducido un 58%. En particular, en el sector porcino hemos dejado de utilizar de forma voluntaria desde hace tres años la colistina, en un 98%. Y aunque nosotros tenemos necesidad de utilizar los antibióticos hay que seguir avanzando en la reducción con la mejora de la sanidad.

¿Cómo valora el acuerdo del ‘Brexit’?

Aunque Gran Bretaña es un buen mercado, para nosotros como sector porcino no es prioritario. Aplaudimos el acuerdo porque nos interesaba que toda la UE siguiese manteniendo el nivel de exportaciones sobre todo Alemania, Holanda y Dinamarca porque si no aumentaría la oferta y bajarían los precios. Lo que nos preocupa más es la infraestructura, como se ha visto estos días. Si las fronteras se atascan colapsa los movimientos y retrasa importaciones y exportaciones.

¿Qué expectativas tiene el sector para 2021?

Son un poco peores que para el 2020. Las previsiones de precios van a ser peores, lo tenemos claro, y tenemos otro tema que estamos siguiendo muy de cerca con preocupación, como es el incremento en el coste de las materias primas. Tenemos a China comprando mucho y aunque las cosechas no han ido mal y el consumo se ha reducido, hay un revuelo bastante importante en los mercados internacionales que está haciendo que todas las materias primas y fundamentalmente la soja estén subiendo porque el gigante asiático se está abasteciendo. No sabemos que querrán los chinos para necesitar tantas materias primas, pero están inflaccionando los precios y vamos a estar estrangulados por las dos partes: los precios de venta van a bajar y el coste de producción va a subir.

¿Cómo se concreta?

Estamos arrancando con alrededor de un 30% menos de precio que en 2020. A día de hoy, el ganadero está en pérdidas y el precio de mercado está por debajo de los costes de producción y esperemos que se vayan recuperando, pero las cosas son bastante complicadas. En cuanto a las materias primas, con los precios que se están negociando para el primer semestre del año, el pienso va a subir alrededor de un 10%, lo que quiere decir que los costes de producción van a subir un 7-8%. Esperemos que se pueda corregir.