“España puede crear 100.000 empleos si aprovecha su capacidad maderable”

La nueva presidenta de la Asociación Española del Comercio e Industria de la Madera (AEIM), Almudena García López, reclama también control sobre los productos transformados que llegan de fuera sin certificación sostenible, el otro hándicap que lastra la competitividad del sector

Si España alcanzara los niveles de corta de madera que hoy por hoy presentan de media nuestros socios de la Unión Europea, podrían generarse en nuestro país 100.000 nuevos empleos. Así lo destaca Almudena García López, una mujer ligada al sector toda su vida y que el pasado noviembre se estrenó como presidenta de la Asociación Española del Comercio e Industria de la Madera. Y es que, si nuestros colegas europeos alcanzan unos niveles de tala del 75% de la capacidad maderable que sus bosques generan cada año para poner esa materia prima a disposición de las industrias, nuestro país apenas roza el 40%. Ya en 2014 el crecimiento anual de la madera de los bosques españoles era tres veces superior a la cuantía realmente cortada y aprovechada (45 millones de metros cúbicos frente a sólo 15 extraídos), según un informe de la Sociedad Española de Ciencias Forestales; y el talón de Aquiles sigue siendo el mismo.

Por eso, aprovechar mejor ese potencial sigue estando de actualidad y es una de las grandes demandas de la primera mujer que asume la máxima representatividad del colectivo AEIM en sus más de 70 años de historia. Pero no la única.

La vinculación a la madera le viene de cuna a esta burgalesa de Santelices que, tras tomar las riendas de la empresa familiar junto a su hermano Roberto, se ha encargado de adaptarla a la globalización y de llevar los distintos productos de Maderas García Varona a buena parte de la Unión Europea y a países como Estados Unidos, Marruecos, Turquía, Indonesia o China. Profunda conocedora de todo cuanto rodea al sector, la nueva presidenta de AEIM reclama que se mire más a los bosques españoles y, sobre todo, que se les escuche. Y es que, subraya con contundencia Almudena García López, “no se extrae lo que el propio bosque pide”; ni tampoco, “lo que la industria española necesita” para mejorar su competitividad y, más importante aún, para generar más riqueza y empleo en el medio rural.

Paradójicamente, pese a disponer de materia prima infrautilizada, la industria española de la madera depende en gran medida de las importaciones, y aunque disfrutamos de una balanza comercial positiva en este capítulo, nuestras almacenistas, comercializadoras, transformadoras y fabricantes tuvieron que realizar compras por valor superior a los 1.444 millones de euros en 2019, con Francia, Portugal y Alemania como principales proveedores y con la coníferas aserradas y los tableros de fibras como productos estrella. Para García López, la conclusión es clara: “no generamos la riqueza en nuestro propio país”. En este sentido, asegura que “España tiene la gran ventaja de poder acoger bosques, y cuenta, además, con una industria y un comercio muy bien posicionados y con la posibilidad de generar riqueza en el propio entorno”, pero adolece, lamenta, de lo más importante. “Necesitamos que se crea más en la madera”, especifica la empresaria antes de subrayar el peso en el empleo que este sector viene teniendo desde hace años en países como Alemania.

Proteccionismo mal entendido

“Exceso de proteccionismo mal entendido”. Ésta es la causa que, según García López, impide un mejor aprovechamiento de los más de 7.500 millones de árboles que pueblan nuestra geografía. Y es que, explica, en España germinó hace unos años la idea de que nuestra geografía se había deforestado y se asumió como necesario el acotar las talas. “Es un error”, señala antes de recalcar que en nuestro país ingenieros, agentes medioambientales, guardas forestales y propietarios “han hecho las cosas muy bien”, han realizado “un trabajo muy poco reconocido, pero muy intenso”, hasta lograr que nuestro país no sólo sea el segundo en superficie forestal en Europa, sino que se convierta también en el primer país del continente en espacios naturales protegidos. Pero, afirma, eso está relacionado con una buena gestión, y una buena gestión supone talar y replantar; una acción que no sólo genera materia prima para la industria y empleo de calidad en zonas rurales, sino que, además, implica un gran beneficio medioambiental.

“Cortar árboles es lo mejor que podemos hacer por el medio ambiente, porque absorben CO2 en su crecimiento. El bosque viene a ser muy parecido a la agricultura; en él hay ejemplares que tienen un ciclo de vida y, mantener los viejos, impide que otros nuevos puedan crecer, y, en el caso concreto de los árboles, realizar esa función de captura y de ayuda en la descarbonización”, afirma García López.

Además, incide, la certificación sostenible, el equilibrio social, económico y medioambiental, están garantizados por parte de las más de 26.500 empresas que en nuestro país conforman el sector maderero (industrias y comercializadoras de la madera y el corcho, mueble y gestión forestal), porque todas y cada una de ellas han de cumplir un estricto Reglamento Europeo de la Madera (EUTR).

Doble juego

“Las políticas de gestión forestal están muy marcadas por ley” y hoy es “prácticamente imposible cortar un árbol así sin más”, así como introducir en España madera obtenida al margen de la legalidad. Esa madera que en determinados países sí se tala de forma ilegal o sin el paraguas de una gestión forestal sostenible no se puede tratar en España, “y estamos totalmente de acuerdo con ello”, afirma García López, pero, sin embargo, denuncia, no se controla la entrada en nuestro país de productos transformados elaborados con esa materia ilegal. Ese es un “doble juego que perjudica a nuestras industrias, a nuestros carpinteros, etc., que permite crecer al sector en otros países en detrimento del nuestro”, lamenta la presidenta de AEIM para reclamar los instrumentos necesarios para atajar esta desventaja competitiva.

Pese a estos dos grandes problemas y a una pandemia que también le ha golpeado, el sector mira al futuro con optimismo. En el área de hábitat “se ha crecido porque nos hemos quedado más en casa y hemos invertido en rehabilitaciones y mejoras en nuestros hogares”, pero, sin embargo, las reformas y renovaciones en hoteles, restaurantes, comercios o las propias ferias se han visto drásticamente frenadas por los acontecimientos. “Creemos que se retrasarán” y que, tras la Covid-19 vendrán buenos tiempos porque en la sociedad está calando con fuerza el mensaje de que “tenemos que apostar por un consumo más responsable” y porque la madera ha de jugar un papel protagonistas en el marco del Objetivo 2030 de desarrollo sostenible adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015. “Somos positivos”, concluye Almudena García López como representante de un sector convencido de contar con baza ganadora: “pensamos que nuestro producto es la mejor opción para cuidar nuestro planeta”.