Más innovación para sembrar el futuro

Cada 26 de abril se celebra el Día Mundial de la Propiedad Intelectual e Industrial para recordar a la ciudadanía cuál es su razón de ser y cómo a través de ella se contribuye a la innovación y la creatividad. Los derechos de propiedad intelectual e industrial son esenciales para el desarrollo de la creatividad en sectores tan importantes como el de la música, los libros, el cine, y el impulso de los descubrimientos científicos e industriales, entre ellos, los relacionados con la agricultura y la alimentación.

La Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE) quiere sumarse a la celebración, dado que su misión es fomentar el conocimiento de la actividad de la mejora vegetal y contribuir al desarrollo de la agricultura. Para ANOVE, que cumple su 15 aniversario, es importante subrayar la decisiva relevancia que tienen la investigación científica y la innovación para el sector agroalimentario.

La innovación en semillas y variedades vegetales es fundamental para satisfacer las demandas de los agricultores, especialmente en un proceso de cambio climático como el actual, que a todos tanto nos preocupa. La labor de los obtentores ayuda a incrementar la producción, reduce los costes de explotación, aumenta los rendimientos y colabora a lograr una completa seguridad alimentaria.

Desde la década de los sesenta, los incrementos de productividad han sido espectaculares en todos los cultivos, creciendo entre el 1% y el 3% anual. Esto ha supuesto, por ejemplo, que, en el caso de los cereales, el aumento haya sido de entre el 100% y el 200%, dependiendo de los cultivos. Otros cultivos esenciales como la patata han alcanzado un incremento de casi el 80%. En algunos cultivos como el tomate, se ha aumentado hasta un 1.000%. Pues bien, alrededor del 40% de este aumento se debe a la mejora de las variedades vegetales.

Ha sido gracias a la investigación y a la innovación como se han podido adaptar variedades a territorios donde antes no se cultivaban, se ha mejorado la tolerancia a las condiciones climáticas extremas, ha aumentado la protección a plagas y enfermedades y se ha multiplicado el rendimiento de las explotaciones reduciendo los costes. De hecho, gracias a la innovación en obtención vegetal, la producción mundial de alimentos no deja de aumentar, lo cual deriva en precios más estables de las cosechas y en beneficios para agricultores y productores.

Los estudios de Euroseeds han puesto de manifiesto que, gracias a las mejoras en la obtención vegetal, la emisión de gases de efecto invernadero en Europa ha disminuido un 33% en las últimas dos décadas; se han conseguido ahorrar 54.000 millones de metros cúbicos de agua, un volumen que podría llenar nada menos que 22 millones de piscinas olímpicas. Además, la mejora vegetal ha reducido la necesidad de fertilizantes y fitosanitarios durante los procesos productivos.

En definitiva, los mejoradores vegetales trabajamos a favor de una agricultura más eficiente, segura y, sobre todo, sostenible, generando inversión en I+D para obtener semillas certificadas y plantas de calidad, nuevas variedades y mejor adaptadas a cada zona productora, contribuyendo, además, a la conservación del medio ambiente.

La mejora vegetal de semillas y plantas es una actividad con una enorme trascendencia económica, y altamente tecnológica, basada en la investigación. Pero el desarrollo de nuevas variedades solo es posible con una inversión continua en programas de investigación pues la innovación no es barata: para poner una nueva variedad a disposición de agricultores y consumidores se requieren muchos recursos, de 10 a 12 años de trabajo y entre 1 y 3 millones de euros.

Por ello, y con el fin de sostener los programas de mejora y el desarrollo de variedades es vital proteger los resultados de los trabajos de los obtentores y respetar sus derechos de propiedad intelectual mediante la aportación de pequeñas cantidades en forma de royalties. De esta forma, los agricultores pueden colaborar en la investigación, haciéndola posible y fortaleciéndola, lo que permite que el sector continúe avanzando y no pierda competitividad. Sin esos royalties, todo el sector saldría perjudicado pues se frenaría el avance de los programas de mejora y obtención de nuevas variedades más productivas, más resistentes y más adaptadas a las condiciones de cultivo de las diferentes regiones.

La reproducción o la compra de semillas o plantas ilegales, o el reempleo de granos para siembra sin aplicar los derechos de propiedad intelectual, amenazan la investigación y comprometen el futuro de nuestra agricultura. Por otra parte, usar material vegetal sin certificar o producido clandestinamente puede dar resultados deficientes y acarrear serios perjuicios económicos al agricultor, además de generar focos de transmisión de enfermedades.

ANOVE está persuadida de que la innovación es el motor del sector agroalimentario. Por ello, insistimos en que es necesario generar incentivos para que los actores involucrados en el sector obtentor puedan invertir tiempo y recursos en la actividad de mejora varietal. En este sentido, “los derechos de propiedad intelectual han resultado ser claves para que el obtentor recupere los recursos invertidos en conseguir mejorar la semilla y continuar así ofreciendo a los agricultores innovaciones que reviertan en explotaciones más productivas y rentables”.

En España, cada vez existe más concienciación acerca de la necesidad de cumplir la normativa que regula los royalties que ha de recibir el obtentor, pero todavía queda un largo camino para alcanzar las cifras de otros países de la UE. Solo respetando estas aportaciones se podrá garantizar el mantenimiento de los programas de mejora y el desarrollo de nuevas variedades más productivas. De hecho, la sociedad y el agricultor valoran cada día más el insustituible valor de la semilla vegetal, ya que supone el único insumo imprescindible para poner en movimiento y sostener la cadena de consumo de los productos agrarios. Por ello, invertir en investigación, en los programas de mejora y respetar los derechos de propiedad intelectual es la única manera de garantizar el futuro del sector y, en última instancia, una alimentación de calidad para los consumidores.