El campo se rebela contra la “invasión” de las renovables

La proliferación de huertos solares amenaza con expulsar de la actividad a agricultores y ganaderos. “No estamos en contra de las renovables, solo pedimos planificación”

El crecimiento descontrolado de plantas fotovoltaicas está generando alarma en el campo, que se moviliza para detener los intentos de los ayuntamientos de “expulsar” a agricultores y ganaderos de las tierras y pastos que han estado aprovechando durante decenios o la creación de inmensos parques eólicos en zonas de alto potencial enoturístico.

La expectativa de un “pelotazo” recorre como una tentación los ayuntamientos de las zonas rurales de nuestro país. La vuelta de las primas a las renovables para acelerar la descarbonización de la economía ha desatado una auténtica ofensiva para obtener terrenos donde instalar parques fotovoltaicos, en particular de fondos de inversión o de simples intermediarios para luego vendérselos a las compañías eléctricas. En juego hay una inmensa cantidad de dinero, principal cebo para que los alcaldes de pequeñas localidades no duden en expulsar a agricultores y ganaderos para cambiar el paisaje de vacas y tractores por el de auténticos “mares” de espejos.

El centenar de ganaderos de la localidad abulense de Navas del Marqués que tenían alquilados los terrenos municipales para llevar sus vacas respiran tranquilos tras conseguir paralizar el proyecto de construcción de un parque solar con una dimensión similar a 700 campos de fútbol. Al menos, de momento.

La denuncia pública y la amenaza de emprender acciones incluso penales han hecho que el alcalde desista. Oficialmente, el concurso se ha dejado desierto porque la empresa promotora que quería construir una planta fotovoltaica no cumplía las condiciones. Pero en realidad para el presidente de Asaja Ávila, Joaquín Pino, “han cogido la salida que han podido porque se han visto acorralados. Las prisas les ha hecho cometer muchos errores”, afirma el responsable agrario, quien se muestra seguro de que el Ayuntamiento había hecho un pliego a medida para la única empresa que competía.

“Era todo un atropello legal. Se licitó el proyecto sin tener en cuenta que los ganaderos tenían un contrato en vigor”, afirma Pino. La pérdida de los pastos hubiese sido un mazazo para la importante actividad ganadera de vacuno de carne en extensivo de Las Navas, una actividad que no crece precisamente por la falta de terrenos. “Hemos tenido que parar alguna primera instalación de jóvenes ya aprobada por la administración precisamente porque no hay pastos”, señala Pino.

La mecánica es similar a la que ocurre en otros sitios de España, la promesa de fuertes ingresos y empleos. “Un día, de la noche a la mañana llegaron y al alcalde se le hicieron los ojos chiribita y veía dinero por todos lados”, asegura Pino. “Todos sabemos que esas empresas van y hacen las obras que tienen que hacer y en ese momento puede que haya más demanda de mano de obra, que será de allí o de fuera, pero una vez que lo instalan el mantenimiento es externo y muy especializado”, añade el responsable provincial de Asaja, quien recuerda con ironía que “el alcalde nos hablaba de que iban a hacer un museo de las renovables y que iban a venir muchos universitarios”.

Un “proyecto sin pies ni cabeza” a lo que se unían importantes dudas técnicas. “La zona tiene muchos desniveles y muchas corrientes de aire -de hecho, hay parques eólicos desde hace mucho tiempo-, que hubiesen levantado las placas porque además hay poca capa de tierra sobre suelo granítico. Con la orografía que tiene, para el tema de placas ni era seguro ni creo que hubiera funcionado porque hubieran destrozado aquella zona con maquinaria”, asegura Joaquín Pino.

A esto se añade el impacto visual en una zona, muy cercana a Madrid, y con importante presencia de visitantes por su proximidad a la Sierra de Guadarrama. “Todo eso hubiera quedado muy dañado”, afirma Pino quien asegura que “nosotros no estamos en contra de las renovables y convivimos con la eólica desde hace mucho tiempo, pero estamos hablando de cien familias que directamente viven de la ganadería, con todo lo que eso mueve, a los que se hubiese expulsado para poner un mar de cristales”.

De la rebelión de Las Navas del Marqués está tomando ejemplo los integrantes de la Junta Agropecuaria Local de la localidad palentina de Paredes de Nava. Los agricultores han llevado a la vía judicial otro megaproyecto fotovoltaico de 500 hectáreas que amenaza con expulsar a cerca de 70 agricultores que cultivan las tierras.

En este caso, son terrenos comunales, es decir de todos los vecinos del pueblo, pero los administra el Ayuntamiento. “Es páramo, monte del que en su día se arrancó la encina y desde hace ciento y pico de años se les da uso agrícola. Nunca se han dejado de labrar”, aseguran fuentes de la Junta Agropecuaria.

En este caso, tampoco se ha hablado con nadie, aprovechando que ahora iba a salir el procedimiento de alquiler de los lotes por cinco años más, al que pueden concurrir no sólo los agricultores, sino cualquier vecino. Los 120 euros por hectárea no son nada en comparación con las cantidades que pueden recibir por las placas fotovoltaicas. “Pero no todo es dinero porque hay muchos pueblos que tienen mucho, pero no tienen gente. Nosotros creemos que es un bien que hay que preservar”, aseguran los agricultores.

También dudan de los efectos sobre el empleo que pueden tener. “Son proyectos faraónicos que los montan en tres o cuatro meses y luego con un móvil lo manejan desde Madrid”, afirman desde la Junta Agropecuaria local.

La controversia que está generando el proyecto amenaza con dejar otra herida difícil de curar, el enfrentamiento vecinal. “Es muy duro tener que ir al juzgado y enfrentarse a la gente. Con eso juegan. Es lamentable”, afirman.

La expansión de la fotovoltaica amenaza también la actividad de cerca de 70 agricultores de las localidades granadinas de Baza y Caniles, donde se promueve un parque de 703 hectáreas. A golpe de chequera, los promotores del proyecto han convencido a los propietarios de las tierras que hasta ahora alquilaban para el cultivo de la tierra para que se instale un parque. Con los que no entran por el aro, recurren a la amenaza velada de que serán expropiados.

Se trata de una de las zonas más productivas de la comarca, con cultivos herbáceos y leñosos -pistachos, almendros y olivar- en secano y regadío. La puesta en marcha del parque supondrá que muchos agricultores pierdan las ayudas de la PAC o por cultivos ecológicos -que requieren cinco años de permanencia- y, fundamentalmente, puede dar al traste con la concesión que se esperaba para la zona de 18,5 hectómetros de agua para acometer una gran transformación en la agricultura de la zona, señala Gabriel Villalobos, de la Asociación de Ganaderos, Agricultores y Productores Agapro.

“Es un atentado porque no hay ninguna contraprestación para el territorio, ni somos demandantes de energía. Aunque no nos oponemos a las renovables, hay tierras más apropiadas para estos proyectos. Estamos muy preocupados”, señala Villalobos.

En Cataluña, la organización agraria Unión de Pagesos también ha dado la voz de alarma ante la “carrera” renovable en una Comunidad en la que la mitad de las tierras agrícolas están alquiladas y reclama que las instalaciones fotovoltaicas se implanten en las zonas con menor potencial productivo.

La polémica sobre los megaparques fotovoltaicos también ha brotado en La Rioja. Los planes para crear seis nuevos parques eólicos a los 14 ya existentes y 19 fotovoltaicos choca frontalmente con las promesas del Gobierno regional de impulsar la región como centro de enoturismo por excelencia.

Los bodegueros ya han creado la Asociación de Paisajes y Viñedos de La Rioja Oriental para intentar detener la expansión sin control de parques eólicos y huertos solares. A la iniciativa de ha unido la Federación de Cooperativas Agrarias (Fecor), que ha denunciado la tramitación de “sin ninguna planificación” de proyectos renovales en Aldeanueva del Ebro y especialmente en los valles de Ocón y del Jubera. “Una industria pesada que viene a ocupar el espacio de una actividad ya instalada como la agraria en el corazón de nuestra DOCa Rioja”, afirman.

Para el presidente de Fecoar, Fernando Ezquerro, “si el ejecutivo riojano quiere que se aproveche al máximo el paisaje vitivinícola y que por lo tanto nuestra comunidad autónoma se posicione como uno de los líderes mundiales en enoturismo, debe de insistir más en la planificación ordenada de nuestro territorio y buscar el mejor equilibrio posible entre la implantación de energías renovables y la conservación de nuestro potencial paisajístico”. En Navarra, la alarma tampoco es menor. Una docena de bodegas ya ha creado la Asociación Paisajes y Viñedos para protegerse del incremento descontrolado de los parques eólicos y los huertos solares.

Detrás de toda la polémica subyace el gran problema de nuestro país, el despoblamiento. De hecho, la situación ha llegado hasta los despachos del responsable del Reto Demográfico del gobierno, Francesc Boya, que recientemente advertía de que “los planes de ordenación del territorio, que es una competencia de las comunidades autónomas, deben ser razonables. Primero, hay que tener en cuenta la eficiencia de esta clase de energías, instalándolas allí donde el rendimiento agrícola sea bajo. Y, después, entender que la tierra es la que nos alimenta y que la superficie de cultivo no puede desaparecer por el valor de mercado que han adquirido, por ejemplo, las plantas fotovoltaicas”.