Del cerdo hasta los andares: también sirve para fertilizantes y biodiésel

El proyecto Life+Valporc ha demostrado que es posible aprovechar el cadáver del cerdo para obtener aditivos para biodiésel, así como energía y calor y fertilizantes de gran calidad. Un proceso con el que se ponen en valor residuos y con el que los productores pueden reducir costes y rendimientos adicionales

Del cerdo se aprovecha todo. Y no solo gastronómicamente. Su cadáver también se puede poner en valor y sacarle rendimiento. Es lo que se ha conseguido con el proyecto demostrativo Life+Valporc con el que se ha logrado valorizar todo el cadáver del cerdo a través de un proceso pionero con el que se obtienen subproductos como el biodiésel, energía y calor y fertilizantes con los que el ganadero puede percibir rendimientos adicionales por ellos y reducir costes como los derivados de la recogida y transporte de los cadáveres para ser llevados a planta para la incineración del cuerpo del animal. Pero no es el único beneficio de esta valorización con la que se ahonda en la economía circular, ya que también posibilita que toda la actividad de la producción de porcino sea más sostenible al evitarse las emisiones de CO2, partículas y dióxido de azufre, así como la generación de cenizas fruto del proceso incinerador de los cadáveres de los cerdos, que contienen metales pesados y dioxinas.

El proyecto Life+Valporc ha ido un paso más allá de los tratamientos actuales porque ha logrado obtener más subproductos, aprovechando el 100% del cadáver del cerdo y sin generar ningún residuo. Este mayor rendimiento se ha conseguido gracias a un proceso de transformación en el que los cadáveres de los animales son tratados en una planta para ser triturados y esterilizados. Una vez esterilizada su carne y huesos, se obtiene una especie de pasta, que pasa por una prensa y decantadores para extraer por un lado la grasa y, por otro, harinas cárnicas.

Sin alternativas

Esta separación de grasa y harinas cárnicas es, precisamente, una de las partes más innovadoras del proyecto porque en las actuales plantas de rendering se trata todo el cuerpo del cerdo, perdiendo parte de sus beneficios. “Con los tratamientos actuales solo se le saca el rendimiento de energía y de sustrato para campos. No había otras alternativas”, explica Azucena Crespo, responsable de proyectos y del Centro Gestor 5 Villas y técnico en la ADS Nº2 Comarcal Porcino de la localidad zaragozana de Ejea de los Caballeros, entidad que ha participado en el proyecto Life+Valporc junto con Cartif, Oleofat y Energygreen Gas Almazán.

Estas dos materias -grasas y harinas cárnicas- son la base para obtener más subproductos a través de varios tratamientos. Por un lado, se ha conseguido un aditivo para biodiésel a partir de la grasa, mientras que las harinas cárnicas, mezcladas con purín, pasan a biodigestores para obtener energía y calor, que pueden ser aprovechados en la planta para realizar todo este proceso de valorización y obtención de subproductos, cerrando así ya el círculo en la propia instalación. El aprovechamiento aún va más allá porque “todo lo que queda de residuo en estos procesos va para biogás, que luego se valoriza para fertilizante una vez se le extrae el metano. La valorización del cadáver del cerdo es así al 100%”. El fertilizante que se obtiene es de alta calidad y puede ser empleado en los campos de cereal, que luego se transforma en pienso para alimentación de los cerdos, volviendo “otra vez a cerrar todo el círculo. Es economía circular pura y dura”.

Esta valorización y obtención de más subproductos a partir del cadáver del cerdo tiene varias ventajas para los ganaderos. Una de ellas es que pueden reducir costes como los relacionados con la recogida y transporte de los cuerpos del ganado para ir solo a incineración -por ejemplo, en el caso de Aragón se paga unos 0,17 euros por kilo-, y disminuir sus necesidades de compra de fertilizantes en el caso de tener también cultivos agrícolas.

Además, los productores pueden tener ingresos adicionales por la venta de estos subproductos. Por ejemplo, este biodiésel que se obtiene con el aditivo se puede emplear en los vehículos, teniendo un gran valor.

Sustituyendo al aceite de palma

“El biodiésel que se vende en las gasolineras lleva una serie de aditivos que son obligatorios y que tienen que venir de la naturaleza para que sea ‘bio’. Habitualmente, lo que se hace es un aceite, que viene de la palma, pero ese aditivo está cada vez menos visto como ‘bio’ porque está deforestando zonas. El procedente de animal está mejor valorado porque se está aprovechando un residuo que iba a incineración. Toda la grasa que procede de animales ya muertos se considera como más ‘verde’ como aditivo para el biodiésel. La grasa ha disparado así su precio porque, evidentemente, es muy demandada porque cada vez se está incorporando al biodiésel menos aceite vegetal”, explica Azucena Crespo, responsable de proyectos y del Centro Gestor 5 Villas. También muchas empresas han mostrado interés en comprar la harina “tal y como sale tras el proceso para añadirla a fertilizantes orgánicos que están transformando ellos mismos”.

Tras demostrar que este aprovechamiento es viable, ahora se tiene que analizar su sostenibilidad económica para el ganadero o para un conjunto de explotaciones porque se precisa disponer de plantas para hacer este tratamiento, aunque el proyecto se ha desarrollado con la instalación de unos prototipos en una planta de rendering en Almazán (Soria). Una opción que sería viable -aunque en España todavía se localizan pocas instalaciones de este tipo-, pero que igualmente hay que estudiar para evitar los costes de transporte de los animales muertos, que son elevados. “Lo que más interesa es la cercanía por transporte para abaratar costes y una zona con cabaña ganadera suficiente y agrícola para poder sacar todo lo que se obtiene de fertilizante”.

Dentro del proyecto también se trabaja en una extrapolación a otras zonas para ver su viabilidad económica, puesto que las Cinco Villas y Aragón son uno de los principales focos productores de porcino dentro de España, que a su vez tiene la mayor cabaña de cerdos de la UE, con 31,2 millones de cabezas en 2019. “Hay que ver el potencial en otras zonas”. El proyecto demostrativo Life+Valporc (código LIFE 13VENV/ES/001115), tenía una duración inicial de tres años (2014-2017), aunque fue prorrogado hasta marzo de 2021.