Natalia Corbalán, Directora de la Fundación Ingenio: “Acabar con la contaminación del Mar Menor no pasa por destruir nuestra agricultura”

Desde hace cinco meses Natalia Corbalán dirige la recién creada Fundación Ingenio, que pretende dar voz al sector agrícola de Campo de Cartagena, noqueado todavía por la aprobación de la Ley de Protección del Mar Menor. “No va a permitir la recuperación de la laguna y será un destaste en términos de producción”, afirma

Licenciada en Derecho, Natalia Corbalán define como una “causa noble” la defensa de la agricultura de Campo de Cartagena que capitaliza la Fundación Ingenio desde el mes de mayo, cuando vio la luz para intentar contrarrestar los efectos sobre el sector de la Ley de Protección del Mar Menor.

Para situarnos. ¿Por qué y para qué surge la Fundación Ingenio?

Nace en 2020 para aunar y dar voz a 10.000 agricultores de 45 empresas y cooperativas de Campo de Cartagena y ser un puente de interlocución entre la administración y el sector hortofrutícola. Ahora tenemos una marca regional, pero nuestra aspiración va más allá y trabajar en el ámbito nacional y europeo, queremos hacer una labor profunda en Bruselas, que es donde se marca la política agraria. Queremos tener un rasgo diferenciador respecto a otras asociaciones, con las que somos complementarios, trabajar de otra forma, con otro modus operandi.

¿Cuál es ese rasgo diferenciador?

La sociedad demanda otra manera de operar y nuestro objetivo es claro, poner en valor una agricultura responsable, comprometida e innovadora, que lidere los avances de la ciencia y la tecnología para hacer del cultivo de alimentos un motor de sostenibilidad medioambiental, económica y social a nivel local, nacional y europeo. Somos la primera fundación que nace por y para ese objetivo. Ya por de pronto, hay una mujer al frente, que es un elemento diferenciador. El mascarón de proa es distinto y marca una impronta de que las cosas van a ser diferentes. Vamos a tener ese elemento más disruptivo. Queremos entablar contactos con organizaciones como la FAO, de hecho, ya estamos integrados en la Alianza para la Agricultura Climáticamente Inteligente, estamos inscritos en el registro de transparencia de la UE...

¿Qué peso económico tiene la agricultura en Murcia?

Murcia es una potencia mundial en la industria agroalimentaria por la capacidad de las empresas murcianas y por las avanzadas técnicas de cultivo que se llevan ejerciendo durante décadas, muchas veces desconocidas, y la singularidad del clima y la alta fertilidad de los miles de hectáreas cultivables. Eso nos convierte en un espacio muy singular y sitúa a Murcia como la tercera comunidad exportadora de frutas y hortalizas frescas de España, con un total de 2,5 millones de toneladas y un valor de 2.564 millones en 2019, solo por detrás de Andalucía y la Comunidad Valenciana. Somos un referente nacional y europeo y un pilar de la economía regional, con el 32,5% del empleo. Representamos el 23% del PIB regional e indirectamente incidimos en el 50%, unos datos que nos está actualizando el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alicante Joaquín Melgarejo porque han sido cuestionados y nos podemos llevar una sorpresa y que todavía sean mayores.

Acaba de aprobarse la Ley de Protección del Mar Menor ¿Qué supondrá para la agricultura de Campo de Cartagena?

No podemos mostrarnos conformes con la ley 3/2020 aprobada el 17 de julio porque la solución a los problemas del Mar Menor, a la recuperación que lleva demandando desde hace décadas, no pasa por destruir nuestra agricultura. Estamos evaluando los impactos de producción que supone aplicar al pie de la letra la Ley y los datos corroboran lo que intuíamos, que es un desastre en términos de producción. El sector siempre estará a favor de todas las medidas que supongan un verdadero beneficio para el Mar Menor, no nos vamos a apartar, pero lo que está claro es que nunca va a estar de acuerdo en que se legisle poniendo el dedo acusador y focalizando la culpa en la agricultura. El 70% del articulado de la Ley señala a la agricultura como el causante principal del estado de la laguna. Además, las medidas que se apuntan en esta ley no tienen un efecto constatado y real, cuantificable, en términos de ventaja o beneficio para la recuperación del Mar Menor. Nos son medidas que van a recuperar el Mar Menor. Tenemos claro que la agricultura o es sostenible o no será, si las cosas no se hacen bien a pie de campo la agricultura no se va a sostener, pero no somos los responsables.

¿Qué otros factores contribuyen a la contaminación del Mar Menor?

Tenemos identificados nueve factores como el turismo de masas, el urbanismo desaforado, la entrada de residuos urbanos contantes de las depuradoras, etc. Si no se llevan a cabo a corto plazo las obras hidráulicas necesarias y que demanda el Mar Menor desde hace mucho tiempo para evitar la entrada de agua cargada de nutrientes y evitar esas avalanchas cuando vienen las danas, va a ser inviable que se pueda mejorar el Mar Menor. Nosotros llevamos aplicando desde hace mucho tiempo medidas correctivas. A la agricultura no va a hacer falta prohibirla, con esta normativa tan restrictiva al final se asfixiará la productividad y la competitividad, la gente abandonará sus tierras y acabará en el paro y las empresas grandes se deslocalizarán y buscarán otros emplazamientos donde les compliquen menos la vida.

¿Cuáles son las medidas más lesivas dentro de la Ley?

Hay muchas. Nosotros pusimos unas líneas rojas que intentamos trasladar en todo el proceso legislativo y parlamentario de la Ley a los grupos políticos basadas en estudios científicos y en valoraciones técnicas. Pero se ha legislado teniendo en cuenta criterios políticos y la agricultura lo que necesita son evidencias científicas de que las cosas, haciéndolas de una manera o de otra, van a suponer una incidencia positiva en la recuperación del Mar Menor. Las medidas más perjudiciales son el veto a los fertilizantes en la franja de 1.500 metros, la prohibición de nuevos invernaderos, la instalación de setos o la adaptación de todas las fincas para evitar que el agua tome carrera al Mar Menor.

¿Tiene la opinión pública una imagen real de la agricultura del Campo de Cartagena?

La opinión pública desconoce cómo se hacen las cosas y la implicación de los agricultores en términos de sostenibilidad en la zona. Desde hace muchísimos años están comprometidos con el entorno. Tenemos un 98% de riego por goteo, ocupamos el segundo lugar, detrás de Israel, en riego localizado. Lo que necesitamos es que nos garanticen el agua, el trasvase Tajo-Seguro es clave en ese sentido. El acuífero del Campo de Cartagena es una de las soluciones principales para conciliar la agricultura y el medio ambiente, regular esa masa de agua, cargada de nutrientes -aunque cada vez están descendiendo más los niveles de fertilizantes-. La contaminación que hay en ese acuífero es histórica, está en unos niveles piezométricos altísimos, y eso está provocando un procedimiento de extrusión hacia la laguna por vía subterránea. Si eso se gestionase, como llevamos demandando desde hace mucho tiempo, con las actuaciones del Plan Vertido Cero que están en un cajón. No sólo es acometer la entrada de agua superficial, por la rambla, porque es un chiste comparado con lo que está entrando por vía subterránea. Lo llevamos demandando mucho tiempo y en la gestión regulada del acuífero los agricultores tienen mucho que aportar y si somos parte del problema también queremos ser parte de la solución.

¿Cree de alguna manera que es el triunfo del populismo?

Ha triunfado la falta de rigor técnico. Ha habido un pacto a tres y no han querido oír al sector afectado y al que va dirigida gran parte de la ley. Es lo que les pedíamos, no que legislasen a favor de la agricultura, sino escuchando los criterios técnicos de quienes labran las tierras y saben perfectamente lo que hay que hacer para evitar la contaminación, no que legislen guiados por criterios políticos o arbitrarios, que es lo que han hecho. Nos han dado sitio, pero no han atendido ninguna de las reivindicaciones técnicas, apoyados en informes de catedráticos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), gente acreditada como Victoriano Martínez Álvarez. Se ha legislado con criterios poco oportunos, pero está claro que la administración en un tema tan sensible debía haber tenido mucha más calma a la hora de legislar, haber sido más prudente y tener en cuenta al sector al que va dirigido.

¿Cómo se quiere implicar la agricultura en la mejora medioambiental del Mar Menor?

La agricultura tiene mucho margen de mejora y debe implicarse en todos los frentes: la innovación, la investigación, etc. Hay que tender a ser un sector ejemplar desde el punto de vista de la tecnificación. Los agricultores ya están muy concienciados. La Fundación Ingenio viene para que todo el que esté en ella sean empresas ejemplos de sostenibilidad, de un modelo avanzado que logre esa agricultura referente a nivel mundial en innovación y tecnificación a través de una agricultura de precisión y de biotecnología. Lograr niveles de profesionalización que garanticen el suministro de alimentos seguros en cantidad y calidad. Queremos hacer del Campo de Cartagena el Silicon Valley de la agricultura de regadío a nivel mundial, y ser capaces de vender no sólo frutas y verduras, sino conocimiento, siguiendo el ejemplo de Holanda. De ser capaces de producir más con menos, de una forma sostenible, eficiente y que se adapte a los hábitos de consumo. Todo ello a través de un cambio de modelo económico que deje de ser lineal y que pase a ser circular. En definitiva, a liderar esa revolución alimentaria y ser parte activa de ella. Queremos ser ese faro de guía para todos los agricultores del Campo de Cartagena.

¿Cómo ha afrontado las limitaciones el sector durante el confinamiento?

El sector agrario está injustamente maltratado y se ha puesto de manifiesto durante esta pandemia con la respuesta que ha tenido. Cuando apenas la administración sabía cómo regular los procedimientos de seguridad, ellos pusieron manos a la obra, hicieron acopio de material sanitario donde no lo había, de material de protección para garantizar la producción porque no me quiero imaginar un país con una crisis como la que hemos vivido sin precedentes a la que se uniese una crisis alimentaria. Hubiese sido el acabose. Hay que respetar más este tipo de sectores e indicar que las cosas las tienen que hacer bien, pero también protegerlo a nivel legislativo, es que son maltratados desde que nacen, es que no puede ser. No hay que atacar a la mano que nos da de comer. Tenemos un reciente estudio que refleja que el 98% de la Región de Murcia apoya a los agricultores y nos ponen en nivel de importancia a nivel de lo médicos. La ciudadanía no está en contra de la agricultura y hay que trabajar para demostrarle a esa opinión pública, que sólo tiene información del lado ecologista, que hacemos cosas bien.

¿Tenía alguna vinculación al sector agrario antes de acceder a la dirección de la Fundación?

Mi vinculación con el sector agro llega de la mano del Programa de Desarrollo Rural de la Región de Murcia. Uno de sus objetivos es crear grupos operativos en innovación en materia de sostenibilidad agroalimentaria. Fui bróker innovation durante tres años. Me integré en la Fundación porque creo que es una causa noble por la que hay que luchar porque el Campo de Cartagena no puede quedarse cruzado de brazos para que le corten el cuello y asfixiarlo porque no es justo y hay que luchar por hacer compatible los usos. Revertir el campo de Cartagena a secano no es la solución. La solución pasa porque las administraciones públicas se pongan de acuerdo y cada una haga lo que tiene que hacer y el sector agrícola del Campo de Cartagena también.