La gestión del riesgo divisa, clave para la cuenta de resultados

En el sector agroganadero se viene hablando de la importancia de la digitalización, pero también hay áreas de la empresa en las que no se están aprovechando determinadas herramientas que pueden ayudar a ser más competitivos y a ganar en rentabilidad como las relacionadas con la gestión del riesgo divisa

Las variaciones del precio del petróleo, la soja, del cereal y de la alfalfa y las propias divisas afectan de forma relevante a los costes y márgenes de algunos sectores de alimentación -por ejemplo, el engorde en porcino y avícola al comprar los piensos-, pero también a los productores de estas materias primas a la hora de vender su cosecha. En España, la gestión del riesgo de algunas commodities como la soja o el petróleo o de las divisas no es una práctica extendida, siendo habitual que ni empresas ni productores cuentan con especialistas internos o externos o bien utilicen herramientas de gestión o de software, a pesar de que durante la época de la Covid-19 en pocos días se han producido variaciones en divisas del 7% hacia arriba y hacia abajo, lo que conlleva ganancia o pérdida.

Una situación que poco a poco va cambiando y tanto empresas del sector como productores están empezando a ver esta gestión de los riesgos como una ventaja competitiva tanto si se exporta como si se importa y ya sea una empresa que compra esta materia prima como un productor que la vende.

“Afecta especialmente a aquellos cuyos márgenes sean pequeños por lo que una variación de la divisa supone mucho más en la cuenta de explotación. Es bastante relevante”, añade Jorge Labarta, socio fundador de Quant, compañía especializada en consultoría de divisas para empresas.

El impacto es importante. Por ejemplo, un encarecimiento del precio de la soja supone un sobrecoste en alimentación relevante -puede ser de entre el 8% y el 9% con una subida del 20% de aquí a fin de año-, porque alimentar a los animales es una parte relevante de los costes totales de esta industria. “Como, por ejemplo, los precios de venta de la carne de cerdo vienen dados por otros factores, los productores tienen que vender a igual precio, pero con unos márgenes más estrechos. De hecho, hay épocas en la que los productores tienen que vender ‘a pérdidas’, por estos motivos”, ya que este impacto no se puede repercutir en el precio a no ser que se haga un producto ecológico, específico o de mayor valor añadido.

Ante este tipo de situaciones, por ejemplo, se puede optar por productos financieros como los contratos de futuros. “Si quieres ser competitivo tienes que hacer cosas diferentes a tu competidor”, añade Jorge Labarta. Por ejemplo, “si se compran de aquí a fin de año cinco millones de euros de soja y se encarece el precio del producto una media del 10%, al final, va a suponer 5,5 millones con medio millón de euros de encarecimiento en los costes de producción.

Si por otro lado, has comprado contratos de futuros en una parte proporcional, vas a tener unas plusvalías financieras de 500.000 euros. En este caso, se habría neutralizado ese encarecimiento”. Y, aunque el mercado de futuros es complicado y tiene riesgos, “si se hace bien, se puede ser competitivo” al protegerse de las bajadas o de las subidas según interese a la cada empresa o productor.

Los contratos de futuro, tienen riesgo

Esta operativa es una opción muy implantada en Estados Unidos tanto en las empresas del sector como en los agricultores. Sin embargo, en España cuesta su introducción por la falta generalizada de cultura financiera en el sector y el pequeño tamaño de muchas explotaciones y empresas en el país -en EEUU tienen un mayor tamaño- a lo que se suman otros factores como la propia operativa de mercado con, por ejemplo, precios marcados por el puerto en cereal y el hecho de que España es un país deficitario en esta materia prima.

Pero no hay que olvidarse de que los contratos de futuros “tienen riesgo”, además de ser necesario tener un “mercado grande, con mucho volumen” como sucede en Estados Unidos con producciones de alrededor de 370 millones de toneladas de maíz y de 100 millones de toneladas de soja. No hemos pensado en el mercado de futuros porque no lo necesitábamos”, aparte de no haber experiencia en este tipo de operativas, según explica Antonio Catón, director de Cereales de Cooperativas Agroalimentarias de España. Pese a ello, “las divisas son importantes” y no solo el dólar, sino también el rublo por las relaciones comerciales establecidas.

Aunque la gestión del riesgo en España en este sector no sea muy frecuente, sí hay explotaciones que llevan años trabajando en esta dirección. Es el caso de Grupo Osés, con sede en la localidad oscense de Esplús y cuya actividad se centra en la producción y comercialización principalmente de alfalfa, aparte de otros forrajes, tanto en España -dos plantas en Huesca, una en Zaragoza y otra en Navarra- como Argentina donde cuenta con una planta. La comercialización internacional supone el 80% y, de este porcentaje, alrededor del 65% se corresponde con mercados fuera de Europa. “Es muy importante la divisa tanto por la demanda de clientes como porque el mayor exportador del mundo en esta materia prima es Estados Unidos y supone una parte muy importante de la oferta a nivel mundial”, explica María Osés, de Grupo Osés, quien añade que “nuestras ofertas, ya las hagamos en euros o dólares, compiten directamente a conversión para nuestros clientes” para las distintas calidades de producto.

Las divisas también son importantes porque “parte de nuestros costes, aunque aquí los tengamos referenciados a euros, se cotizan en dólares” como sucede con el coste marítimo, el petróleo y muchos de los componentes que se emplean para cultivar la alfalfa como los fertilizantes, abonos o agroquímicos.

Si no está bien hecho el escandallo de divisas puede “suponer un 5% de desviación del presupuesto”. Esta importancia ha hecho que Grupo Osés realizase esta gestión de las divisas desde su propio departamento, aunque hace aproximadamente un año que se subcontrató por el aumento del volumen y el comercio con Asia. Además, “en otras variables, como por ejemplo el riesgo de petróleo, no estamos haciendo nada. Lo estamos valorando, pero queríamos establecer una línea de trabajo en divisas” para considerar introducir otros factores de valoración de riesgos.

“Es importante gestionar los riesgos. La exposición a la divisa depende de con quien compites. Nosotros lo hacemos con Estados Unidos y Australia y esto supone divisas. Tenemos que gestionarlo porque la competitividad a veces viene por el cambio”, aunque haya también otros factores como los arancelarios, “pero una parte importante es la divisa”. Por ejemplo, en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, se subieron aranceles al país asiático ante los que respondió. “Esto supuso para nuestro producto un aumento de demanda y sí que hizo que fuese mucho más competitivo -ya lo era en precio para el mismo nivel de calidad-, y que al cliente chino le supusiese suficiente coste como para valorar probar el producto” a pesar de estar acostumbrados al de Estados Unidos. “La subida de aranceles, hizo que el coste de oportunidad se viera disminuido y, por tanto, fuese más atractivo nuestro producto”.

María Osés reconoce que esta gestión del riesgo no es frecuente en España. “Es algo que se está introduciendo. Las empresas pequeñas y con menos volumen de divisas no tienen posibilidades de medir ese impacto y no ven la necesidad de ese apoyo”, que puede ser externo a través siempre de profesionales. Sin embargo, “funciona y es un factor a tenerlo muy en cuenta porque permite minimizar impactos negativos. Al minimizarlo puede ser un factor competitivo y permite una estabilidad en la oferta y en el poder hacer ofertas a medio y largo plazo en una divisa con cierta seguridad o con unos riesgos medidos”.