Fitosanitarios: un compromiso clave para avanzar en sostenibilidad

La industria europea de fitosanitarios ha decidido sumarse al reto marcado por la UE para la consecución de una agricultura más sostenible medioambientalmente. Y no lo ha hecho con una simple declaración de intenciones sino con el planteamiento de ambiciosos objetivos medibles y dotados económicamente. Los operadores del sector, integrados en la Asociación Europea de Protección de Cultivos (ECPA), han comprometido para la próxima década una inversión de 10.000 millones de euros en innovación y desarrollo de herramientas digitales para optimizar el consumo de productos químicos y otros 4.000 millones en la búsqueda de sustancias de origen biológico. A ello se suman iniciativas para reducir el uso de plásticos en sus envases y aumentar su recogida y reciclaje, además de impulsar la formación de los agricultores en buenas prácticas agronómicas.

La respuesta del sector de protección de cultivos es clave para que la UE pueda afrontar con realismo los objetivos de reducir un 50% el uso de fitosanitarios químicos a finales de esta década, un horizonte al que la ECPA no se opone. Pero ello exige una apuesta clara de las autoridades europeas por crear un marco regulatorio en el que las decisiones se basen en criterios científicos y no de conveniencia política o electoral. Solo a través de la investigación, la innovación, y la agricultura de precisión será posible conjurar el reto de producir alimentos suficientes y seguros, reducir el impacto ambiental de su producción y garantizar la rentabilidad económica de agricultores y ganaderos para que puedan seguir realizando su actividad.

Los compromisos del sector de los fitosanitarios sitúan ahora la pelota en el tejado de las autoridades europeas, que deben demostrar con hechos que las estrategias De la Granja a la Mesa y Biodiversidad 2030 son una hoja de ruta real y no un simple canto al sol. Ello exige romper con algunos tics del pasado en los que ha primado más el interés político que el criterio científico a la hora de legislar. No se trata de imponer, sino de actuar con responsabilidad y valentía y ofrecer a los ciudadanos los argumentos que neutralicen las corrientes de opinión que agitan el miedo a lo desconocido para impedir cualquier avance.

La revolución verde del sector de los fitosanitarios es sin duda una de las grandes oportunidades que la Unión Europa tiene en su mano si de verdad quiere responder a la demanda social de un planeta más limpio y habitable. De no aprovecharlo, las expectativas que las autoridades comunitarias han generado solo producirán frustración e incertidumbre entre los ciudadanos y los agricultores y ganaderos.