Los costes de la mano de obra se encarecen un 30% por el coronavirus

El desempleo en sectores como la hostelería, la construcción o el comercio está paliando en parte la falta de mano de obra en el campo que está provocando la limitación de la movilidad. A ello se suma el aumentos de los costes por el transporte, la compra de equipos de protección o la falta de formación

El sector agrario siempre ha sido generador de empleo. Un papel que, ahora, se ha hecho más evidente ante la pérdida de puestos de trabajo y de contrataciones en hostelería, turismo o comercio, entre otros, cuyos empleados han visto en el campo una oportunidad para tener un salario -son sueldos de cuatro cifras- y poder salir adelante en esta época de pandemia. Una necesidad de trabajar que se une a la demanda de temporeros por parte del sector que, este año, no ha podido contar en muchos casos con sus plantillas habituales por el Covid-19 y las limitaciones de movilidad dentro de España y entre los distintos países.

En campañas anteriores, era habitual emplear a trabajadores de Rumanía, Bulgaria o de Uruguay, entre otros países, para recoger la fresa o por ejemplo realizar el esquileo de las ovejas. Son temporeros que, de forma generalizada, no han podido desplazarse para realizar su trabajo habitual y cuyas labores se han tenido que cubrir con otros perfiles laborales procedentes de distintos sectores de actividad.

Hostelería y turismo concentran la mayoría de personas disponibles para trabajar en el sector con 23.019 inscritos en la plataforma colaborativa y sin ánimo de lucro puesta en marcha por ASAJA “ante la necesidad y urgencia de muchos agricultores” de tener trabajadores, según explica Juan Almansa, coordinador general de ASAJA. A día de hoy, hay más 115.000 inscritos en total y se han registrado más 37.000 demandas de empleo. Y las cifras siguen creciendo. “La hicimos por el coronavirus, pero ahora también mucha gente ha encontrado pastores, tractoristas, para el transporte, etc.”. Esto ha animado, precisamente, a “seguir adelante y a mantener la plataforma con mejoras porque la gente pide que hagamos todo”, incluyendo el proceso de selección.

Junto con la hostelería y el turismo, que concentra el 19,99% del total de inscritos, también hay apuntadas personas que proceden de la agricultura y ganadería con 21.076 inscripciones -por ejemplo, hay 15 esquiladores-, así como del sector de la construcción e industrias extractivas con 6.756 inscritos, comercio con 6.553, industria alimentaria con 6.518, transporte y logística con 4.356 o del sector de administración y gestión -oficinas y despachos- con 3.638. Son algunos de los principales sectores, aunque la lista es bastante más larga porque también hay personas que han desempeñado su anterior trabajo en grandes almacenes, educación, actividades físico-deportivas, textil, telecomunicaciones, energía y agua e, incluso, en finanzas.

Madrid a la cabeza

Los inscritos proceden sobre todo de Madrid (12.528 personas), Alicante 9.771), Sevilla (9.368) o Málaga (9.329), entre otras provincias, y en el 39,84% no tienen ninguna experiencia previa en el sector; el 34,97% no cobra ningún tipo de prestación, subsidio o ayuda social y no son migrantes -en el 43,36%- con permiso de trabajo que finalice entre el 14 de marzo y el 30 de junio de 2020. Es un colectivo de trabajadores que, sobre todo, quieren trabajar en las campañas hortícolas -es la primera opción para el 13,87%-, cítricos (11,06%), fruta de hueso (11,03%), espárrago (8,3%), o ajo (4,42%), entre otras.

Entre los principales destinos que prefieren para trabajar, entre aquellos que quieren seleccionar la provincia -el 60,27%-, figuran ciudades como Alicante, Sevilla, Valencia, Málaga, Granada o Córdoba. Son unas preferencias -al menos en primera opción-, que no siempre casan con la demanda por parte de las empresas ya que, en esta plataforma de Asaja, la mayoría de las que precisan empleados son de La Rioja (16,52%), seguida de Alicante, Huelva, Ciudad Real, Murcia, Álava o Badajoz.

Geolocalizados

Unir esta oferta y demanda no es fácil por los problemas de movilidad, “aunque la hemos hecho geolocalizada para evitar al máximo los desplazamientos y no contribuir a la expansión de la pandemia”, ha aclarado Juan Almansa. A pesar de ello, no siempre es fácil porque “tenemos 980 apuntados en Huelva para frutos rojos y no los podemos enviar a Badajoz”.

También se tienen que afrontar otras barreras como el cumplimiento de la Ley de Protección de Datos, que dificulta poner en contacto directo a la persona con la empresa, y el hecho de tener que realizar todo el proceso vía SEPE ya que, aunque “colabora con nosotros, los trámites burocráticos ralentizan todo el proceso. Todo funciona mejor si la gente se manda directamente a la empresa”. La guindilla y el ajo en el País Vasco, el espárrago en Navarra, los productos de la huerta y lo que queda de cítrico en Valencia y Murcia, los frutos rojos y ajo en la zona de Huelva, Córdoba, Cuenca y Badajoz o la cereza del Jerte, así como la fruta de hueso en el Valle del Ebro son algunas de las campañas en la que se necesitan trabajadores.

Y, precisamente, el sector de la fruta es uno de los más afectados a pesar de las iniciativas que se han puesto en marcha como la de ASAJA y desde las diferentes organizaciones agrarias y entidades con el fin de proveer de temporeros al sector. “Seguimos viendo necesidad de mano de obra”, ha afirmado el co-responsable del sector de la fruta de UAGA en la comunidad aragonesa en la que cada año se emplea a alrededor de 23.000 personas para la recolección -alrededor de 15.000 trabajadores y cerca de 8.000 para centrales de empaquetado-.

La situación varía en función de la recolección que se tenga que hacer. “En la cereza, teníamos problema de mano de obra al inicio de la recolección, pero la cereza temprana se rajó” por la climatología. También en el aclareo de los frutales las primeras estimaciones de cifras de trabajadores han descendido en esta comunidad en la que se ha empezado este trabajo con menos gente. “Muchos adaptan el trabajo a la gente que se tiene, aunque todavía hay productores que no tienen una plantilla concreta”.

Relación profesional y personal

En el sector se prevén “problemas de mano de obra en mayo y junio”, lo que depende en parte de la desescalada en otros sectores como la hostelería y la restauración. “Hay personas inmigrantes que han venido a trabajar de otros sectores”, que podrían volver a su trabajo habitual conforme vuelva la actividad. “Tenemos dudas sobre si podremos recuperar nuestras plantillas. Hay personas en África que no han podido volver y otros han ido a Francia. Es una situación compleja. Me gustaría poder contar con mi plantilla porque nos conocemos desde hace diez años y hay una relación profesional y personal. Si se desescala y no podemos contratar a nuestra plantilla, tendremos problemas. Vamos semana a semana, solucionando el problema”.

La falta de trabajadores no es el único problema en el sector de la fruta. La vivienda -el 52,08% según datos de ASAJA precisa de alojamiento-, es otro de los más importantes porque “se tiene para la gente que viene a trabajar pero, si se viene de otros sitios, no se quieren mezclar. Los que se han quedado en invierno no quieren convivir junto con los que vienen ahora”.

A ello se suma también la dificultad para disponer de equipos de protección individual para garantizar la seguridad de los trabajadores y el aumento de su coste. “Las mascarillas antes costaban entre 40 y 60 céntimos, pero he llegado a pagar hasta 3,50 euros”. Un aumento de precio que también se ha observado en el hidroalcohol, que ha pasado de cuatro euros a costar 12 euros.

A los EPI y la vivienda se suman los costes del transporte, con menos temporeros por furgoneta, al igual que la formación de los nuevos trabajadores. “Viene gente nueva y tiene que aprender. No es igual la plantilla fija, que ya sabe” lo que tiene que hacer y cómo debe hacerlo. Junto a este aumento de costes, aparecen los problemas que se están teniendo con los precios en productos como la cereza. “Es un 30% más barato que el año pasado. Es complicado con un aumento del 30% de los costes. Se aprobó la Ley de la Cadena Alimentaria y, ahora, sería el momento para ponerla en marcha porque, si aumentan los costes y hay precios más bajos, se está en riesgo de que desaparezcan las explotaciones. El Gobierno debería tomar cartas en el asunto. Vemos productos que se regalan. No sé si por el cambio de hábitos de consumo, pero sigue haciendo especulación”.

Temor al contagio

Es una situación que se está viviendo y a la que se suma también el miedo a que “la desescalada suponga una escalada de contagios. En el medio rural, hay poca incidencia, pero ahora hay mucho movimiento aquí” para lo que ya se han establecido contactos con los ayuntamientos para que se tengan instalaciones y se adopten medidas, añade Óscar Moret.

En el sector del ovino, se precisan esquiladores. Un perfil profesional que es cualificado porque hay que saber sujetar la oveja, esquilar la lana correctamente porque es un subproducto que se vende y el corte tiene que ser exacto... Pero, el esquileo es obligatorio desde el punto de vista sanitario ante enfermedades como la sarna.

“El problema viene de hace muchos años. Había esquiladores nacionales, pero cuando empiezan a venir de fuera, el sueldo ya no es lo mismo. Este es el problema: vinieron de los países del Este de Europa y de Uruguay y, ahora, se depende del exterior”, explica Joaquín Solanilla, de UAGA Huesca, quien apunta que no todos los productores de ovino padecen esta situación por igual. “Yo tengo cuadrilla nacional -porque todavía hay esquiladores en España-, y no pasa nada”.

El principal problema con los esquiladores se concentra en las cooperativas y en las grandes empresas que se han creado “que no tienen trabajadores” y dependen de los esquiladores que vienen de otros países. Un problema ante el que se han tenido que buscar soluciones como fletar un avión para traer a alrededor de 300 esquiladores de Uruguay, una plantilla con la que se podría cubrir todas las necesidades de esquileo en el país.