La inversión en fincas rústicas entra en la era del ‘Big Data’

Ruralista combina el tratamiento masivo de datos y la experiencia en la compraventa de fincas para atraer a family office, fondos e inversores particulares al sector agrario

Los bienes raíces siempre se han considerado un sector refugio. Ruralista, el proyecto lanzado por la consultora Intertell y la empresa de ingeniería agrícola Gesytec, da un paso más allá para convertir la compra de fincas rústicas no sólo en una inversión segura sino también rentable.

Intertell, especializada en el tratamiento de grandes volúmenes de información y Big Data, llegó al sector agro de la mano de una compañía de seguros que quería una radiografía de los agricultores españoles, y “vimos una oportunidad porque había muchas entidades financieras con activos rústicos para la valoración y la catalogación de esas tierras”, explica Juan Rueda, director general de Ruralista. El otro pilar del proyecto es Gesytec, una vieja conocida en el sector agrario. A la formación como ingenieros agrícolas y economistas, sus responsables unen una amplísima experiencia en el mundo agrario vinculados a la gestión de fincas rústicas y cinegéticas ligadas a grandes patrimonios familiares. Entre sus fundadores están Pedro de Borbón-Dos Sicilias, Duque de Calabria, o Luis Martínez de Irujo y Hohenlohe.

Gracias a técnicas de RPA (Robotic Process Automatio) e Inteligencia Artificial, Ruralista implementa patrones automáticos que no sólo son capaces de valorar una finca sino de determinar el modelo evolutivo más idóneo gracias a la información que obtienen de 30 fuentes distintas que aportan datos de geolocalización, capacidad productiva; rendimientos; precios inmobiliarios y la opinión de los agricultores de la zona, un aspecto que destaca Juan Rueda porque “los precios son locales y lo importante es conocer la realidad del campo. No es lo mismo una tierra en la DO de Ribera del Duero que en otra y eso las bases públicas no te lo incluyen”. El proceso, además de la rapidez, permite una actualización constante “porque disponemos de mucha información que se va alimentando sola”. El año pasado valoraron 1.500 fincas con una extensión aproximada de 40.000 hectáreas.

Ruralista trabaja fundamentalmente con los servicers -las sociedades que gestionan los activos inmobiliarios de los bancos- y cuenta con una cartera inicial de 1.200 propiedades valoradas en 207 millones de euros y una superficie conjunta de más de 17.000 hectáreas.

Explotación en rentabilidad

Su modelo de operación se inicia con la catalogación y valoración del bien, sigue con la estrategia del modelo de venta para cada finca, continúa con la atracción de inversores y compradores y concluye, de forma opcional, con la gestión de la explotación del bien en un modelo de rentabilidad.

“Asesoramos y dirigimos en la estrategia de inversión buscando el activo que se necesite, lo localizamos entre la oferta y damos ese plan de viabilidad inicial para poder desarrollar la inversión y acompañarle hasta el final del proceso aportando conocimiento”, asegura Yago Baselga Aymerich, director técnico de Gesytec, que destaca la importancia de la “automatización en la catalogación y valoración de activos para que la toma de decisiones esté documentada y basada porque se trata de inversiones que son importantes”.

Inversores particulares, family office y fondos nacionales aparecen en el radar de Ruralista. Y es que el apetito demostrado por estos últimos desde hace dos años por el sector agroalimentario se está trasladando también al sector agrario, un nicho de negocio que con carácter general está despertando cada vez más interés y que, con la crisis del coronavirus, se impulsará aún más porque “ahora se está poniendo en valor la agricultura”, afirma Baselga.

De hecho, los fondos han ampliado su periodo de permanencia para adaptarse a la realidad agraria. “Su core de inversión ha pasado de diez hasta 25 años porque se han dado cuenta de que en el rústico se necesita más tiempo”, explica Juan Rueda.

“Los inversores lo que están buscando son explotaciones grandes que, aunque no tengan grandes rendimientos tienen riesgos bajos. Luego hay interés por fincas de regadío y cultivos como el almendro, que requieren inversiones grandes, pero con rendimientos a medio plazo de entre el 3 y el 9% y también están los que buscan oportunidades, comprar una tierra, invertir y vender, obteniendo plusvalías”, asegura Juan Rueda.

El interés creciente por el sector agrario va a producir “un fenómeno que va a ser bueno porque al final es derivar inversión hacia el campo, que es lo que necesita”, afirma Yago Baselga, quien avanza que, aunque ahora estamos centrados en grandes fincas, “vamos hacia nuevos modelos de negocio para abarcar también las explotaciones medianas, en los que unos tienen la propiedad y otros la capacidad de inversión con contratos de arrendamiento a 30 años, mixtos con aparcería con producción...”.

Precisamente, ése es el frente que quiere abrir Ruralista: inculcar entre los agricultores con explotaciones medianas un modelo “similar” al que están pidiendo los inversores gracias a la puesta en marcha de un programa de formación dirigido a ellos en colaboración con una institución académica. Algo que les permitirá “darles esas herramientas de nuevas negociaciones, de no pensar que tengo la tierra y tengo que hacer toda la inversión, sino que el mercado ha cambiado y te permite hacer desarrollos distintos”, añade Baselga.

Para Juan Rueda, ahora los bancos están dando una financiación contra tierras “ridícula. Si damos un modelo profesional de catalogar y valorar fincas y de gestionar, los bancos entraran en esta financiación de una manera muy clara porque hay rentabilidad”.