Seguros colectivos: así es la historia de éxito del Plátano de Canarias

A través de la asociación de productores Asprocan, este cultivo fue pionero en contratar una póliza para ‘blindar’ el 100% de la producción y garantizar la renta de los agricultores frente a los riesgos climáticos

Las movilizaciones por la crisis del campo han puesto el foco en uno de los problemas endémicos de la agricultura española: la escasa penetración del seguro agrario, una situación que obliga a mirar a los casos de éxito en la utilización de los instrumentos que blindan la renta de los agricultores ante unos fenómenos meteorolológicos que ofrecen su cara más agresiva con el cambio climático.

Hablar del éxito en la implantación del seguro agrario es hablar del plátano de Canarias y de Asprocan, la asociación de organizaciones de productores que ampara a los 8.228 agricultores que se dedican a este cultivo y a los que da el músculo necesario para marcar la pauta en los mercados y a la vez amortiguar los efectos de una Naturaleza cada vez más amenazante. “La unión es el único camino, la solución a los problemas del campo que están protagonizando tantas protestas. Se trata de que a través de la colectividad los productores controlen el proceso de comercialización, como ocurre en Europa, y de que tengan un colchón que les recoja cuando se caen y garantizar así unas rentas agrarias interesantes para que la gente se dedique a eso”, explica Roberto Martin, asesor de Seguros de Asprocan.

A través de las cinco organizaciones de productores asociadas a Asprocan se comercializa el 100% de la producción. Ese carácter pionero a la hora de protegerse frente a los vaivenes del mercado, también lo tuvieron en 1999 cuando se contrató el primer seguro colectivo para convertirse en un “caso único en España”. Roberto Martín reconoce que hoy el cultivo del plátano no puede entenderse sin el seguro agrario. De hecho, afirma que con los últimos temporales “mucha gente hubiese abandonado” si no hubiese existido el seguro colectivo.

“Es un seguro a todo riesgo que cubre cualquier fenómeno climático adverso que cause daños. Tiene unas garantías principales -viento y golpe de calor- y otras adicionales como la lluvia persistente, torrencial o pedrisco. Si hay alguno que no está nombrado hay una garantía de resto de adversidades climáticas que los cubre. Y también protege ante daños no climáticos como los producidos por la fauna silvestre”, explica Roberto Martín. Existe además una extensión de garantía voluntaria.

La historia del plátano de Canarias está muy unida a la del seguro agrario en nuestro país. De hecho, fue una de las primeras líneas que contrató Agroseguro tras su creación en 1978 fruto de la primera ley constitucional en nuestro país.

“En 1980 ya había seguro para el plátano. Se hacían las cosas con papel cuadriculado y bolígrafo” recuerda Roberto Martín, que destaca que se aseguraba un 33%, un porcentaje ya muy importante, pero que solían ser contrataciones cíclicas que aumentaban el año después de un siniestro.

Pero hasta 1999 no se llegó al blindaje total. “Hubo un siniestro muy significativo que puso los pelos de punta a todo el mundo”, afirma Martín, quien destaca el papel del entonces presidente de Asprocan, Leopoldo Cólogan, por apostar por una póliza de aseguramiento total para “la que costó conseguir el consentimiento de todos los agriculturos pero que acabó cuajando”. Fue tres años después, cuando se afianzó “una póliza que apenas se ha retocado durante este tiempo”. Y fue a golpe de otro siniestro que afectó a muchos agricultores de La Palma. “La gente vio que funcionaba, que antes de los 60 días la gente tenía ingresadas sus perricas”, recuerda Martin.

Según Agroseguro, el porcentaje de superficie agrícola asegurada en España asciende a un 40%. El consorcio recuerda que “tenemos continuos ejemplos en los que un productor pierde en unos minutos la inversión y el trabajo, por lo que el seguro agrario es un aliado frente a la elevada siniestralidad que se está registrando en el campo en las últimas campañas y por eso cada vez son más los agricultores y ganaderos que lo incluyen entre los costes fijos de su explotación, conscientes de que de que les dota de mayor competitividad para hacer frente a los retos que se presentan en la actualidad”.