Las seis desigualdades que sufren las mujeres rurales

Con motivo del Día Internacional de las Mujeres el pasado día 8, la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur) ha identificado las dificultades a las que este colectivo se enfrenta

Para Fademur, se trata de una “doble discriminación, por mujeres y por rurales”, por lo que cree necesario que la sociedad las conozca, entienda y luche contra ellas.

Segregación vertical: Los techos de cristal son más bajos en los pueblos. La presencia de mujeres en cargos de responsabilidad es injustamente escasa. En las cooperativas, por ejemplo, representan cerca del 25% de la base social, pero solo el 3,5% de los integrantes de consejos rectores.

Segregación horizontal: Las mujeres de los pueblos están muy restringidas a ciertos trabajos, normalmente relacionados con los cuidados. Incluso en sectores a los que frecuentemente se dedican, como el agroalimentario, existe gran discriminación a la hora de ofrecerles puestos de trabajo. La mano de obra femenina suele dedicarse al manipulado y no tanto al trabajo por cuenta ajena en las explotaciones. De hecho, el mercado laboral al que pueden acceder es tan escueto que es uno de los grupos más afectados por el paro, con una tasa cercana al 42%.

Trabajo invisible: A pesar de que existe una Ley de Titularidad Compartida desde hace nueve años, los Gobiernos no la han impulsado y, por eso, se ha aplicado de forma muy irregular -en la Comunidad de Madrid y en las Islas Baleares, el registro todavía no se ha estrenado- y en todos los casos insuficientemente. En total hay 669 explotaciones registradas.

Menor acceso al negocio agrario: Las mujeres tienen menos explotaciones agrarias y, además, son de menor tamaño, por lo que acceden a menos ayudas. En España, las mujeres representan el 37,3% de las personas perceptoras de las ayudas directas de la PAC, es decir, 279.815 mujeres frente a 470.397 hombres. En cuanto a la cuantía, también salen mal paradas: de media, perciben un 36,67% menos (3.483 euros frente a 5.500 los hombres). En las ayudas de desarrollo rural: el diferencial entre géneros llega a un 23,66%.

Sobrecarga de cuidados: Las mujeres rurales viven en primera persona la carga y la falta de reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado. La ayuda y el cuidado se consideran su obligación en muchos casos y son cargas más elevadas para las mujeres en los pueblos por los escasos servicios con los que cuentan en estas zonas la población dependiente.

Peor acceso a las TIC: La brecha digital entre el mundo rural y el urbano perjudica las posibilidades de autoempleo y emprendimiento. El 60% de los municipios rurales no tienen conexión por banda ancha o esta es muy defectuosa o cara.