La crisis del coronavirus pone en valor el papel estratégico de la agricultura

Pocas situaciones como la emergencia nacional e internacional que vive el mundo por la pandemia del coronavirus ponen más a las claras la importancia estratégica que tienen la agricultura y la ganadería para la sociedad. La sólida respuesta que ha dado nuestro sistema agroalimentario al incremento exponencial de la demanda de los consumidores ha garantizado una tranquilidad social clave para poder articular con éxito una respuesta conjunta a una de las mayores crisis a las que nos hemos enfrentado.

El agravamiento de la pandemia en nuestro país llegó en medio de una intensa campaña de los agricultores y ganaderos para exigir soluciones a la preocupante realidad que vive el sector primario. Con enorme responsabilidad, el sector primario aplazó en primer lugar sus movilizaciones para evitar la propagación del peligroso virus e inmediatamente después se puso a disposición de la sociedad para asegurar la provisión de alimentos. Desde entonces, productores y cooperativas de nuestro país han intensificado su actividad para garantizar que la industria y la distribución, cuya actuación está siendo también ejemplar en esta crisis, pudiesen dar respuesta al aprovisionamiento de los ciudadanos de productos esenciales.

El escaso reconocimiento social de la actividad agraria como garante de la soberanía alimentaria y del mantenimiento del mundo rural ha sido una de las principales motivaciones de las protestas de los agricultores y sin duda una de las lecciones a aprender en esta crisis sanitaria, económica y social generada por el coronavirus es la necesaria puesta en valor de una actividad y un capital humano que tenemos que preservar en el futuro.

Y en esta labor, es fundamental que las administraciones no caigan en la tentación de que las negociaciones para dar respuesta a las justas reclamaciones del campo se diluyan detrás de la emergencia a la que obliga la crisis del coronavirus. La modificación de la Ley de la Cadena Alimentaria aprobada por el Gobierno a instancias del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, para lograr un reparto más equilibrado de los márgenes y lograr precios justos para los productores es sólo el primer paso para dar una respuesta integral al que es el eslabón más débil en el sistema agroalimentario. Medidas fiscales, reducción de los costes energéticos y laborales o mayor dotación a los seguros agrarios son algunas de las cuestiones planteadas por las organizaciones agrarias que deberán abordarse si de verdad pretendemos garantizar en el futuro la continuidad de una actividad tan sensible como es la producción de alimentos porque si algo está evidenciando la crisis del Covid-19 es el papel que juega el sistema agroalimentario en la cohesión social de nuestro país.