Marcos Garcés, coordinador de Juventudes Agrarias de COAG: “La PAC no solo no está orientada a los jóvenes agricultores sino que los penaliza”

Hablar con Marcos Garcés derriba muchos mitos sobre el medio rural. Licenciado en Sociología y con media carrera de Ciencias Políticas pendiente de terminar en la Universidad a distancia, su convicción y su discurso rotundo dibuja con trazo claro una realidad desconocida para la gran mayoría urbana de nuestro país.

¿Qué lecciones hemos aprendido de la crisis del coronavirus?

La primera es la que veníamos manifestando justo antes de la crisis, que cualquier país tiene que tener un sistema de producción de alimentos y tiene que cuidarlo porque cuando todo va bien puedes traerlo de fuera pero cuando hay una crisis se cierran fronteras, los precios suben y repercute en la marcha de la economía.

¿Ha mejorado la imagen del sector?

De un tiempo a esta parte con la tendencia creciente que hay por la alimentación y la preocupación por consumir productos de más calidad, de cercanía algo, pero seguimos viviendo en una sociedad que desconoce totalmente quienes son los que producen alimentos, cómo han llegado a sus manos y no solo eso, no solo lo desconoce, sino que se despreocupa. Eso es culpa de la educación que hemos tenido como consumidores.

Parece que la crisis está impulsando a la gente a apreciar más la vida en el campo...

Puede haber esa percepción, pero lo que no tengo tan claro es que se traslade a la realidad. La imagen del medio rural es muy bucólica, todo el mundo dice que suerte vivir en un pueblo, que cultivas tus alimentos, pero en el día a día nadie lo hace porque tenemos un mundo orientado a vivir en grandes ciudades. Con el teletrabajo, el que tenga el gusanillo de vivir en un pueblo y tiene suerte de que haya buenas comunicaciones, se puede ir, pero si no te gusta de verdad es difícil.

Pusisteis en marcha hace un año una campaña para dar a conocer la realidad de la agricultura ‘#Somos nuestra tierra’ ¿Cómo ha ido?

Muy bien y nos sorprendimos de la acogida. Si a la gente le preguntas lo que es un agricultor ve a un señor mayor, que toma carajillos y para nada. Somos un montón de gente joven, aunque deberíamos ser muchos más, que estamos formados y además hacemos una agricultura que aúna tradición con nuevas tecnologías. Queremos llevar a tres jóvenes agricultores a una terraza de Madrid para tener una conversación con la gente que va a tomar copas y que vean que somos personas normales, trasladarles la importancia de nuestro trabajo y lo que hacemos día a día para que las producciones lleguen a sus casas porque en Europa producimos los alimentos de mayor calidad, trazabilidad y seguridad del mundo y luego entran productos de fuera que no cumplen esas normas, pero el consumidor rara vez cae en la cuenta.

¿La incorporación de jóvenes a la actividad agraria sigue siendo una quimera? ¿Qué medidas son necesarias?

El 8% de los perceptores de PAC es menor de 40 años y el 0,5 % menor de 25. Tenemos un sector envejecido, pero no es un problema sectorial, sino social, tanto por garantizar la producción de alimentos como por la cohesión territorial porque el medio rural sin la agricultura no se entiende. También por historia antropológica porque se están perdiendo un montón de tradiciones, valores, sabidurías que luego no hay forma de recuperar. Yo centro las soluciones en tres pilares. Uno, las políticas agrarias, es decir tenemos una PAC que no es que no vaya orientada a los jóvenes, sino que los penaliza con los mal llamados históricos. Además, necesitamos un mundo rural vivo porque cuando decides ser agricultor lo que haces es proyectar tu futuro en un pueblo que puede desaparecer en 20 años y eso es algo complicado. Y volvemos también a la imagen que hemos heredado de tiempos atrás de que el que se iba a la ciudad era el que triunfaba...Tenemos que mostrar que los jóvenes agricultores hemos estudiado, nos hemos formado y hemos tenido oportunidades en otros sectores, pero al final hemos decidido quedarnos en el pueblo y vivir de la agricultura.

¿La falta de rentabilidad es el gran problema que tienen los jóvenes?

Partimos de que tenemos un sector con la renta más baja de la UE, un 40% menos que la media. Pero cuando te incorporas, no solo es la falta de rentabilidad sino las inversiones a largo plazo que tienes que hacer en un entorno además de inestabilidad no sólo climática, sino de mercados, de normativa...Y, como decía antes, la vida en los pueblos. No sólo es tu futuro sino el de tu pareja, que tiene que tener oportunidades laborales, culturales, formativas y de ocio y de mi hijo, porque sé que se va a criar con una brecha de oportunidades muy importante respecto a otros territorios. Y es más incomprensible que se produzca viviendo en la era de las nuevas tecnologías. Si el teletrabajo lo adaptamos a educación y formación se pueden dar grandes pasos en el medio rural que no se están dando.

La UE ha presentado la Estrategia ‘De la granja a la Mesa’. ¿Qué opinión le merece?

Nos guste o no nos enfrentamos al que puede ser el mayor reto como especie que es el Cambio Climático, que va a venir y los agricultores lo sufrimos de forma directa. La agricultura, un sector estratégico que está en contacto directo con el medio ambiente y que es uno de los que contamina se tiene que poner las pilas y lo estamos haciendo. Hay que dar pasos, es una oportunidad para muchos territorios, como en mi tierra Teruel, donde vamos a apostar por producciones ecológicos, de calidad, de variedades antiguas que están muy valoradas. Eso sí, lo que no puede ser es que nos carguen la culpa y la factura a nosotros y que los demás miren de medio lado. Lo digo porque últimamente parecía que las vacas eran las únicas que provocaban la contaminación y nos olvidábamos de la aviación, del transporte, etc. Y tampoco pueden exigirnos a nosotros y no a los productos de fuera porque yo no puedo competir con ellos de la misma forma. Es normal que la sociedad nos exija esto, como a otros sectores, pero con cabeza y coherencia porque estamos viendo que te imponen medidas sin ningún sentido medioambiental. A nivel sociedad también es muy fácil señalar a un sector que no conoces. Tu consumo es lo que genera este modelo y no podemos decir a los agricultores de la UE que sean impecables, pero yo me voy a comprar una camiseta para utilizarla tres veces o pedir por Amazon un cargador del móvil que traen de China con el impacto ambiental que eso tiene.

Entonces, ¿los jóvenes urbanitas no pueden dar lecciones de sostenibilidad medioambiental?

Yo en el pueblo he convivido siempre con la naturaleza. El clareo del monte calienta la casa de mis padres, con tu huerto, productos de cercanía y tus animales comen el heno que has sembrado. En eso nadie me puede dar lecciones de sostenibilidad. Pero sí que es verdad que hay otras tendencias, que los nativos tecnológicos, los millennials o la Generación Z, tienen asimiladas y al final entre todos tenemos que elaborar las prácticas del futuro. Pero si me hablas de sostenibilidad háblame de la vida en los pueblos, donde tienes que cuidar el medio natural porque es tu entorno. En una ciudad tu entorno no es el natural y es un input de materias primas que no sabes de dónde vienen o cómo se han generado. Y produces grandes cantidades de basura.

Recientemente se modificó la Ley de la Cadena Alimentaria ¿Está sirviendo para que haya precios justos?

De momento lo que estamos viendo es que han disparado los precios en los supermercados, pero a los agricultores se les paga menos y el dinero se queda en el mismo sitio. Es un brindis al Sol y no está funcionando. Yo soy un poco crítico porque hay que saber qué son precios justos: se entiende que lo que me haya costado producirlo y un poco más para poder seguir viviendo. Pero hablamos de los grandes o de la agricultura familiar, que es la que yo defiendo. Tenemos que hacer medidas a corto plazo, como esta regulación, aunque un poco más agresiva, y a largo, como la educación y la promoción de alimentos y el conocimiento de lo que es comer y cómo repercute.

La Unión Europea quiere recortar el presupuesto de la PAC. ¿Cómo afectará a la actividad agraria?

Se está distrayendo el debate porque no nos podemos enconar sólo en el presupuesto. Evidentemente hay que luchar por mantenerlo, pero es igual o más importante la ejecución, de cómo la estructures para ser más o menos eficiente. Ahora el 80 % de las ayudas van al 20% de los perceptores y probablemente no son agricultores ni se acercan. Hay que darle una vuelta entera y apoyar la agricultura familiar, que además de producir alimentos, generan economía local en el medio rural, centrar el foco en ellos. Lo que no puede ser es que tengamos 750.000 perceptores de PAC frente a 280.000 cotizando en la Seguridad Social o que veamos que gente que no trabaja la tierra sean los que más ayudas tienen; lo que no puede ser es que una ayuda pública se dé en función de lo que se hacía hace 20 años en vez de a un proyecto de presente o de futuro, de lo qué estás haciendo o de lo que vas a hacer. La PAC no está sirviendo para que se incorporen jóvenes, para mantener el número de agricultores, para que la rentabilidad de las explotaciones suba. Aquí el sector tiene que ponerse manos a la obra para que se focalicen las ayudas a quien queremos de verdad.

¿Avanza la digitalización en el campo o es un espejismo?

Las dos cosas. Avanza porque las nuevas tecnologías están aterrizando porque para las grandes empresas es un nicho importante, pero llega a quien llega. A las medianas empresas y a la agricultura familiar cuesta. Si compras un tractor, que ya supone 150.000 euros, ponerle un autoguiado con isobus, con corte de tramos con vuelta en cabecera lo encareces en 20.000 euros más y no lo puedes asumir. Tenemos que democratizar las nuevas tecnologías porque además son las que nos van a permitir que la agricultura sea más sostenible y más verde. La agricultura es tradición y nuevas tecnologías. Tú tienes que coger la tierra con la mano y tocar para ver si puedes sembrar, pero a la vez puedes tener un montón de sensores que recogen datos, que eso es el Big Data y el Internet de las Cosas, con esa información y el análisis de los datos puedes tomar decisiones más centradas. Nosotros somos un big data. Yo voy recopilando datos, pero tengo un sesgo. De las cosas buenas me acuerdo más y las hago más grandes, pero de las malas me acuerdo menos y de las que me acuerdo las magnifico. Pero lo más importante es tener conectividad en los pueblos.

A ti se te considera un ‘influencer’ en el sector. ¿Qué es más efectivo, lanzar mensajes en positivo o combatir las ‘fakes news’?

El sector tradicionalmente ha comunicado muy mal porque la gente sólo nos ha visto cuando teníamos que reivindicar, pero no hemos sabido comunicar lo bueno que hacíamos y la importancia que tenemos. Hay que entonar el mea culpa. Hay que enseñar lo bueno y combatir las fakes news, pero con 1.000 por minuto cuesta mucho y es mejor centrarse en lo positivo. Es muy importante que los agricultores hagamos esa labor.

La formación sigue siendo un lastre en el campo. ¿Debe hacer el sector más esfuerzo?

No tenemos una formación a nivel nacional para ser agricultor y tienes conocer cómo tocar la tierra, nuevas tecnologías para posicionarte en el mercado y vender a través de tuiter o instagram y cómo hacer inversiones que son de riesgo. Tampoco tenemos formación continua y hablando de gente que produce alimentos debía haberla. Hasta ahora, a través de cooperativas, organizaciones agrarias se va haciendo, pero no de una forma ordenada. Hay que incidir mucho. Las instituciones se tienen que poner a generar oferta y en algunos casos de manera obligada a hacer reciclajes y el sector se tiene que abrir a hacer nuevas cosas.