La gran cosecha de uva y cereal tropieza con los bajos precios

Las bajas cotizaciones amargan la campaña en dos de los principales cultivos de nuestro país por las buenas previsiones de producción, a lo que se une en el caso del vino las altas existencias por el coronavirus

En el caso del vino, se ha producido la tormenta perfecta y entre los viticultores se da por seguro una bajada del precio de la uva. Al drástico parón de las ventas por el cierre de los canales de restauración y hostelería, se une la previsión de una abundante cosecha y el crecimiento de la superficie de viñedo registrado desde 2015, a razón de 4.500 hectáreas anuales.

La situación empezó a tomar tintes de dramatismo cuando algunas bodegas, primero de la Rioja y luego de Rueda, avisaron a sus proveedores de que este año no les recogerían la uva al acumular existencias. El negro panorama hizo que el Ministerio de Agricultura tomase cartas en el asunto y aprobase destinar 90 millones de euros para reducir la producción de vino en la próxima vendimia. Las ayudas iban destinadas a la poda en verde, la destilación y el almacenamiento.

La medida reducirá algo el problema, fundamentalmente en las zonas de vinos de menos calidad ya que las Denominaciones de Origen apenas se llevan un tercio de las ayudas. Junto a esto los Consejos Reguladores están imponiendo la reducción de rendimientos del viñedo. Pero, pese a todo, la caída de los precios de la uva parece asegurada.

Constantino Gil, de Unión de Uniones, asegura que “no hace falta tener un máster en Economía para prever que estamos abocados a una bajada de precios, aunque no sé si será generalizada”. En su opinión, las ayudas del Gobierno “no está atendiendo a otros problemas que tienen que ver con la estructura financiera de las bodegas y de comercialización, que se van a prolongar con un sector turístico a la baja. La gran mayoría de las bodegas pequeñas se mueven en mercados cercanos y el boquete que se ha producido durante estos tres meses de paralización es muy difícil de cubrir”.

En el caso de la Rioja, antes de la aparición de la pandemia en España ya era “vox populi” que los precios de la uva del año pasado, de media situados en 0,75 euros por kilo, como mucho se sostendrían, explica. “Ya en los dos primeros meses se había producido un descenso de las ventas sobre todo en mercados emergentes como China. A eso se unieron los aranceles de Trump y las tremendas incertidumbres que sigue generando el Brexit”, explica este experto.

El Consejo Regulador de la principal denominación española ha aprobado hace unos días la reducción de un 10%de los rendimientos de uva, de manera que los agricultores podrán entregar como máximo 5.850 kilos frente a los 6.500 del pasado año.

En el lado positivo, no se generalizará la medida tomada por algunas bodegas de no admitir uva a los viticultores. Según Gil, en Rioja hay un proceso de contractualización muy fuerte, con contratos a tres y cinco años, lo que permite cierta seguridad. Además, hay mucha fuerza de las cooperativas.

En el caso de la DO Cava, el problema es que “ya veníamos del descenso brutal registrado el año pasado”, cuando la uva bajó de 0,45 a 0,32 y en el caso de algunas zonas de Requena, por debajo. También el Consejo ha reducido los rendimientos “y atendiendo a ese esfuerzo del productor se supone que los precios se mantengan o no bajen demasiado”.

Otra de las Denominaciones vitivinícolas señeras, Ribera del Duero, tampoco escapará de la tendencia a la baja de las cotizaciones. Aunque su producción media, 4.500 kilos por hectáreas, no suele alcanzar el volumen máximo de uva permitido (7.000 kilos), el “año viene bien”, a lo que se suma el aumento de superficie registrado durante los últimos años, aunque ha sido controlado.

Fuentes del sector señalan que “el pecio va a bajar porque hay bodegas que tienen problemas de liquidez. Pagaron bastante por la uva en las dos últimas campañas y han tenido que vender más barato el vino, incluso a pérdidas”. El pasado año el viticultor obtuvo de media 1,35-1,40 euros por kilo.

En principio, no se presentan problemas en la salida de las producciones. “Las grandes bodegas, que tienen acceso a los puntos de venta en los supermercados, sí han vendido y como llegaron cortos de stock por la escasa campaña de 2019, están garantizando que van a comprar la uva y eso da tranquilidad al agricultor, aunque de precios no sueltan prenda”, explican en los mismos medios.

El Consejo ha decidió rebajar de forma testimonial los rendimientos, 100 kilos por hectárea, para garantizar que los viticultores se pudiesen acoger a la poda en verde, teóricamente vinculada a la reducción. En reuniones anteriores, el Consejo se había mostrado dividido. Mientras la mitad era partidaria de reducir los rendimientos a 6.000 o incluso 5.000 kilos, otra parte se mostraba contraria. “Unos, aunque hay más hectáreas de viñedo y por tanto más producción, no querían reducir el volumen de comercialización, aunque hubiese que bajar un poco el precio porque dentro de unos años van a venir más kilos y abrir mercado cuesta mucho. Por el otro lado, están los que apostaban por reducir el rendimiento y evitar que se derrumbasen los precios”, explican a elEconomistaAgro. En esta DO, aunque la poda en verde no será una opción mayoritaria, las bodegas si se están interesando por las ayudas al almacenamiento.

La peor situación se produce en la DO Rueda. Tras un crecimiento desmedido de superficie, que ha pasado de 13.000 a las 18.000 hectáreas en cinco años, la amenaza de colapso gana terreno. El Consejo ha aprobado una reducción de un 15% en los rendimientos, de 10.000 a 8.500 kilos, aunque la sobreproducción parece inevitable. Varias bodegas ya han anunciado a sus proveedores que no les recogerán uva.

La poda en verde se presenta como un pequeño remedio en una herida que tardará en cicatrizar. La escasa cuantía de las ayudas, 10 millones de euros para toda España, difícilmente retirará del mercado una producción significativa. En el caso de la DO serán como máximo 4.500 euros por hectárea, es decir 45 céntimos por kilo, no mucho menor que los 60 que se pagaron el pasado año.

A eso se une que la norma prioriza a las grandes explotaciones, lo que beneficia a las bodegas con grandes superficies. De esta manera, pueden garantizarse ingresos con las ayudas y luego comprar en el mercado a precios muy baratos.

Los pequeños productores son precisamente los que ofrecen la cara más amarga de la crisis de esta Denominación. La plantación que han realizado estos años atrás, de 20 o 30 hectáreas, les ha supuesto importantes inversiones que han exigido financiación ajena. Ahora, cuando los majuelos empiezan a entrar en producción se encuentran con precios ruinosos o, directamente, que no podrán vender la uva.

Pesimismo en el cereal

El pesimismo también se ha instalado entre los productores de cereal. La alegría por una más que excelente cosecha, como adelanto elEconomistaAgro, se ha truncado por unos precios en caída antes incluso de que arrancaran las primeras cosechadoras. Para ASAJA “la especulación pura y dura está produciendo caídas como atestiguan las diferentes lonjas”. Esta OPA rechaza de plano estas prácticas especulativas “que no deberían producirse ya que las existencias y las previsiones no justifican estas caídas de precios, dada la demanda existente”.

Un año más las diferentes previsiones vuelven a ser un motivo de discordia. Mientras que Cooperativas Agro-alimentarias de España y Comerciantes de Cereales estiman una cosecha de cereales superior a los 25 millones de toneladas (22,3 de cereales de invierno y 3,5 de maíz), ASAJA rebaja la cifra hasta los 22,6 millones de toneladas (19,1 de cereales de invierno y 3,5 de maíz). Un baile de cifras entorno a los tres millones de toneladas que no es baladí por su uso de cara a las cotizaciones.

ASAJA Castilla y León no entiende que, aun siendo deficitarios en España, “nos paguen por el cereal menos que en otros países que son excedentarios, como Francia”.

Los primeros datos que se conocen ya de la cosecha mundial 2020 indican que la producción, el consumo, las existencias y el comercio de cereales a nivel mundial serán de récord en la campaña 2020/21. “La oferta mundial de los principales cereales sigue excediendo la demanda general, lo que provocará, una campaña más, un aumento de las existencias al finalizar la campaña”, explica Toño Catón, de Cooperativas Agro-alimentarias de España. En Europa, en cambio, las previsiones del COPA-COGECA dan una caída de un 5%, es decir. España es uno de los principales países consumidores de cereal y será, en la campaña 20/21, el mayor productor de pienso de la UE. “El balance español es muy deficitario, lo que significa una gran dependencia de los mercados internacionales por eso es muy importante tener un conocimiento muy ajustado y cierto de los consumos y de las producciones”.