Rosa Gallardo: “La transformación digital del sector es una cuestión de supervivencia”

Rosa Gallardo fue la primera mujer en dirigir la Escuela Técnica Superior de Agrónomos y Montes de la Universidad de Córdoba. Ahora, ha sido reelegida con el 97% de los votos

Siempre mantuvo una cierta relación con el sector agrario, aunque no fue demasiado intensa. Y, precisamente, fue su pasión por las Matemáticas, la Física y las asignaturas en el ámbito de las Ciencias, lo que hizo que se decantase por una carrera de ingeniería. “No conocía esta carrera, pero encontré que podía combinar la formación en estas asignaturas con otra más biológica, de Ciencias de la Vida. Me parecía que era una oportunidad fantástica para aplicar conocimientos de ingeniería a un medio vivo como son los sistemas vegetales y agrarios. Es una carrera desconocida. Conoces las amplias posibilidades profesionales que se abren una vez estás dentro. Es una ingeniería que permite desarrollarte profesionalmente desde el sector primario hasta la industria, la tecnología, el comercio exterior, la economía o el diseño de políticas”.

Y así comenzó su trayectoria en este sector, que le ha llevado a ser la primera mujer en dirigir la Escuela Técnica Superior de Agrónomos y Montes (ETSIAM) de la Universidad de Córdoba. Un cargo que ocupa de nuevo tras ser reelegida y recibir el 97% de los apoyos, gracias a “haber logrado incorporar a todos los colectivos de la escuela”. Tradicionalmente, “la ETSIAM ha tenido grandes investigadores e importantísimos grupos de investigación. Hemos logrado en estos años converger todos en un proyecto común y sentirnos co-responsables, que es lo más importante porque no se trata de elegir un equipo directivo que toma las decisiones de forma aislada, sino de diseñar entre todos un proyecto que ayude a seguir consolidando la escuela como un centro de referencia en innovación, investigación y formación”. También “se ha hecho un esfuerzo importante para atraer a la escuela a antiguos alumnos -hay grandes profesionales y responsables de grandes empresas del sector-, y profesores jubilados, que aún tienen mucho que decir”, además respetar el pasado y la trayectoria de “éxito” de 50 años de esta escuela.

Es una línea de acción que se ha articulado en un programa con 50 propuestas en distintos ámbitos para garantizar la cohesión y diseñar una estrategia para crear un centro en el que converjan todas las actividades de innovación agroforestal que están en marcha en la escuela que supongan acompañar al sector, además de poner la mirada y prestar atención a África y América Latina, que son dos ámbitos geográficos con los que mantienen relación. Las propuestas también comprenden la formación con competencias digitales -el Ministerio de Agricultura ha designado a la escuela como Centro Nacional de Capacitación en Competencias Digitales para el sector agroforestal y agroalimentario-, así como por el reconocimiento de la formación -con por ejemplo, la obtención del Sello Internacional de Calidad EUR-ACE para el Grado en Ingeniería Agroalimentaria y del Medio Rural-, y la ampliación de la oferta de doble títulos de máster internacional, ámbito en el que ya se ha avanzado con la Universidad de Cranfield en el Reino Unido.

Las próximas líneas de acción pasan igualmente por ampliar y consolidar las alianzas en el entorno empresarial con las cátedras y doctorados industriales y a través de la organización de actividades conjuntas con empresas. Precisamente, la relación entre la universidad y el tejido empresarial en el sector es decisiva. “Es una demanda general de acercar la universidad a lo que la sociedad necesita. En nuestro caso, la escuela nace del sector. Son los agricultores los que financian parcialmente su construcción en el año 68. Hemos tenido siempre un vínculo con el sector muy estrecho y, si hay algo que ha caracterizado a nuestra escuela es el haber dirigido tradicionalmente la investigación hacia lo que el sector estaba demandando”.

Pioneros en innovación

La innovación va a seguir siendo otro eje estratégico en la escuela. “Hemos sido pioneros en poner en marcha el proyecto Innolivar, que está dotado con 13 millones de euros, y que permite incorporar y avanzar en innovación en 13 líneas diferentes de áreas como, por ejemplo, la olvicultura para incorporar innovaciones de la mano de las empresas”. Además, también se trabaja con otras herramientas como los grupos operativos autonómicos y supraautonómicos para avanzar en innovaciones en múltiples campos como el uso eficiente del agua, agricultura ecológica, cereal o la incorporación de las tecnologías digitales en producción en campo o procesos industriales, así como en otras líneas más relacionadas con aspectos ambientales o con el desarrollo de territorios rurales para hacer frente a la despoblación con la tecnología.

Precisamente, la tecnología es uno de los retos del sector en el que “se han dado pasos, pero el proceso no está completado. La tecnología está disponible para que la transformación digital del sector agroalimentario y agroforestal sea una realidad, pero hay obstáculos clarísimos” como la capacitación porque se necesita formación de todos los actores del sector para adoptar las tecnologías que permitan esa transformación. “Ahí, tenemos que dar pasos importantes”. El Centro Nacional de Capacitación en Competencias Digitales se perfila así como una gran oportunidad para salvar este obstáculo, al igual que el master en transformación digital diseñado por la escuela y que comenzó el año pasado, siendo el único oficial que hay en España en el sector agroalimentario.

Es un obstáculo al que se añaden otras barreras como las económicas porque las tecnologías tienen un coste que, “aunque ha podido ajustarse, hay sectores y grupos de explotaciones que tienen dificultades económicas para acceder a ella”, así como las culturales porque es necesario “cambiar aptitudes y que compartir datos sea como algo normal. Sin esta actitud de compartir es difícil que la transformación digital pueda hacerse real. Son obstáculos que existen, pero no son insalvables y en los que debemos trabajar conjuntamente administraciones, empresas, universidad y centros de investigación para salvarlos y que la transformación digital sea una realidad en todo el sector agrario”.

Y es que “hay que democratizar la transformación digital para que todas las explotaciones e industrias y empresas puedan implementarla normalmente. La transformación digital no es ya una estrategia para ganar competitividad, sino que es una estrategia de supervivencia. Es necesario que la transformación digital sea una realidad porque es la única forma de combinar la necesaria búsqueda de rentabilidad y competitividad con la sostenibilidad y la utilización más eficiente de recursos a la que la realidad actual nos obliga. Para mejorar cosecha, ahorrar en inputs y responder a los retos de la sociedad, la transformación digital resulta una herramienta que es imprescindible”, afirma Rosa Gallardo.

Este no es el único reto del sector en el que también está “el problema de los precios dignos, que tanto reclaman los agricultores y ganaderos y el reto de remunerar todo lo que aporta el sector a la sociedad”, ya que se ha visto que, con la pandemia, tenía carácter estratégico. Y, por supuesto, está la negociación de la PAC porque “una parte importante de las explotaciones del sector depende de esta política. La política agraria es esencial para el sector agrario y deben ser remuneradas en su justa medida”.

Relacionado con la Unión Europea, hay otros retos como la estrategia De la granja a la mesa y sobre cómo se compagina la producción y la seguridad alimentaria con el medioambiente. Un campo en el que no hay que olvidar que “es compatible la agricultura, la productividad y el respeto medioambiental. La transformación digital puede ayudar mucho en esa línea, pero hace falta innovar y lograr acercar esas dos posturas”. Y también hace falta mucha comunicación porque se lanzan mensajes negativos y hay mucho de positivo en todo lo que el sector hace para el medioambiente, pero que no es reconocido ni remunerado. Hay que hacer un esfuerzo”, concluye.