Los niños “crean escuela” con la reforestación de la Sierra de Gádor

Alumnos de un colegio de Vícar (Almería) hacen germinar la concienciación medioambiental junto al denominado “Mar de Plástico” con un proyecto de reforestación de la Sierra de Gádor al que ya se han adherido numerosas empresas y asociaciones de la comarca

La fiebre de las minas de plomo hasta mediados del XX aniquiló las masas forestales de la Sierra de Gádor, un macizo montañoso del Poniente almeriense, de ese inmenso Mar de Plástico asentado sobre áridas tierras que guardan en sus entrañas acuíferos cada día más escasos en recursos. Hoy, desde el colegio Federico García Lorca de la localidad de Vícar se impulsa una reforestación, pero no sólo de la masa arbórea que un día perdió la Sierra, sino también de conciencia medioambiental en la sociedad de la comarca. En este centro de Educación Infantil y Primaria decidieron hace tres años convertir prácticamente la reforestación en materia curricular. El pasado enero más de 150 personas participaron en la tercera plantación de árboles frente a las 30 de la primera edición, demostrándose con ello que su mensaje ha calado y que, además de devolver vida a la Sierra los escolares están consiguiendo que también vuelva la implicación social por cuidar el entorno natural.

La semilla está en ese centro educativo y el artífice de plantarla ha sido Alberto Urea, biólogo y asesor técnico de proyectos en la Sociedad de Transformación Agraria SAT Los Guiraos, al que, siendo profesor en la Escuela Agraria de Vícar, le surgió la idea, más aún la necesidad, “de impulsar la responsabilidad social corporativa”, de buscar que empresas y entidades “den a la sociedad parte de sus beneficios, en este caso desde el punto de vista medioambiental” porque, en definitiva, un entorno natural cuidado repercute en sus cuentas, -más aun teniendo en cuenta al principal sector que alimenta a esta comarca, la agricultura-, y, por tanto, en la salud económica y social de la zona. En el colegio Federico García Lorca encontró la complicidad y entrega de profesores y alumnos que su iniciativa necesitaba para echar a andar, y en el programa Aldea de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía el marco idóneo para encauzarla.

“Siempre decimos que deben ser los mayores los que inculquen el compromiso medioambiental a las nuevas generaciones y aquí decidimos hacerlo al revés”, explica Urea antes de reseñar cuál es el verdadero fertilizante que lleva alimentando este proyecto desde hace tres años: “intentamos que los niños interioricen el mensaje, colaboren en las plantaciones y sientan los árboles como suyos, de forma que si se queman o no prosperan, les duele; si sobreviven y crecen, les apasiona”. Y esa pasión, al final, la llevan a sus casas y la están llevando también a empresas de la comarca, universidades y colegios en los que ofrecen charlas sobre el proyecto.

Alrededor de un millar de pinos carrascos, acebuches y algarrobos se plantaron en la última actuación el pasado mes de enero, una tercera plantación que aglutinó manos y esfuerzos de más de 150 personas, cinco veces más que en la primera. Entre ellas, no sólo alumnos y profesores de este CEIP de Vícar o el propio Alberto Urea; también personal de distintas empresas y asociaciones que han hecho suya esta reforestación.

Implicación empresarial y social

Es el caso de Biosur, compañía con más de 20 años de experiencia en la comercialización de insectos para la polinización biológica de los cultivos, que por primera vez se sumaba a las plantaciones; lo hacía con la donación de esos mil árboles y de fijadores de protectores para cada ejemplar plantado. Pero no sólo eso. “Cerramos nuestras instalaciones y los 15 empleados fuimos a hacer hoyos, pusimos un camión para regar en el momento de la plantación y tenemos pensado volver a subir a hacerlo próximamente”, afirma el gerente de esta compañía, Agustín Tejada, antes de explicar la motivación que subyace a esta acción: “no somos ecologistas, pero creemos en la agricultura sostenible y con nuestra participación en la reforestación queremos transmitir la obligación moral de las empresas a colaborar para motivar que otras nos sigan”.

También se ha implicado, -y en su caso desde el inicio del mismo-, la empresa de insumos Lupión y Rodríguez, que cede la celtonita que se aporta en el trasplante por debajo de las raíces para que la planta agarre. Asimismo, han participado en una o varias de las plantaciones llevadas a cabo la Cooperativa Vicasol, que pone a disposición de los participantes autobuses para el traslado, amén de la experiencia y el buen hacer de sus agricultores; la Comunidad de Regantes Sol y Arena, o la cadena hotelera Senator, que en la última plantación tuvo a bien obsequiar a los congregados con un buen desayuno para animarles a trabajar con energía.

Igualmente, han aportado su granito de arena al proyecto de Alberto Urea y el CEIP Federico García Lorca la Asociación Asprodesa, que trabaja en favor de las personas con discapacidad intelectual del suroeste de Almería; el colectivo de educación ambiental ‘El Árbol de las Piruletas’, y la propia Consejería de Medio Ambiente del Ejecutivo andaluz, que cede el espacio de monte público en el que se acometen las plantaciones.

Conseguida la implicación social y empresarial de la comarca, es a ella, precisamente, a la Junta de Andalucía, a quien se dirige el mensaje final de estas acciones que, en última instancia, no dejan de ser simbólicas teniendo en cuenta que una reforestación precisaría unos 1.100 árboles por hectárea –la Sierra de Gádor consta de unas 80.000-, con un coste de cuidados y mantenimiento de unos 1.500 euros. “Estamos con esto diciéndole a la Administración que es ella la que puede acometer lo que es en realidad una auténtica reforestación y que debe hacerlo por la importancia que este enclave tiene para la agricultura y ésta, a su vez, para la economía andaluza”, subraya Alberto Urea.

Equivalente a una desaladora

Y es que, explica, a los pies de esta cadena montañosa se extienden alrededor de 30.000 hectáreas de invernaderos que extraen más agua de los acuíferos de la que estos recargan por lluvias; acuíferos, además, conectados con el mar, con lo que se están salinizando. Frente a esta realidad, el proyecto de reforestación de la Sierra de Gádor -de la que sólo en torno al 20% es actualmente masa forestal-, contempla nuevas plantaciones en unas 40.000 hectáreas que vendrían a suponer unos 20 hectómetros extra para recargar ese deficitario acuífero del Poniente almeriense, es decir el equivalente a disponer de una desaladora para la agricultura de invernadero que habita a las faldas de la Sierra a un coste -9 millones de euros-, infinitamente menor desde el punto de vista económico y medioambiental al que tendría esta infraestructura.