Eduard Fitó, director de Asuntos Corporativos y Desarrollo de Negocios en Semillas Fitó: “Hay que regular la edición genética de semillas con coherencia científica y sin fomentar oligopolios”

Quinta generación de una pequeña empresa familiar fundada en 1880, Eduard Fitó está al frente de una de las pocas compañías españoles que juega en la primera división mundial en el desarrollo de semillas hortícolas. Fitó pide a la UE “coherencia científica” a la hora de regular la edición genética y que no se generen oligopolios

Licenciado en Ingeniería Agrícola, Eduard Fitó acaba de ceder el testigo de la Presidencia de la Federación Internacional de Semillas (ISF por sus siglas en inglés) tras dos años en el cargo. Es además miembro de la Junta Directiva de Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE) y presidente de su Sección de Hortícolas.

¿Cuáles son las principales trabas que existen en el comercio internacional?

La ISF promueve tanto el movimiento de semillas como la innovación y la investigación con el objetivo de que todo el mundo tenga acceso a semillas de calidad. Los problemas son, por un lado, normativos, porque la falta de homogeneidad y de estandarización lo complica, y por otro, algunos gobiernos, con el objetivo de asegurarse el control sobre la producción de semillas en sus territorios, legislan dificultando que haya empresas que puedan operar de forma independiente. Exigen un socio local, que a veces tiene que ser mayoritario, lo que hace que las empresas se lo piensen dos veces a la hora de ir. Es una aspiración legítima, pero lo que consiguen es empobrecer la diversidad y las opciones que tienen sus agricultores.

¿Qué repercusiones tiene eso desde el punto de vista de la sostenibilidad?

La semilla no solo es el instrumento básico para disponer de una cosecha, sino que cada variedad va a permitir al agricultor tener un mayor rendimiento por hectárea o menos gastos, por ejemplo, reduciendo el impacto de insumos como fitosanitarios o fertilizantes. Si el productor no tiene acceso a estas nuevas semillas hace que su agricultura sea menos eficiente y sostenible porque necesitas más superficie, más recursos hídricos, etc. Nosotros intentamos defender eso a través de la innovación para alimentar al mundo a través de una agricultura más sostenible.

¿Y para enfrentarse al cambio climático?

La variabilidad genética te permite adaptar las cosechas a las nuevas condiciones climáticas a las que lamentablemente nos estamos enfrentando, adaptando las variedades a la capacidad de aguantar más la sequía, o los golpes de calor, etc. El papel que juegan las empresas de semillas es fundamental en la adaptación al cambio climático.

También para acercar a los productores a las nuevas demandas de los consumidores....

Hasta ahora hemos hablado de cambiar las cosas para hacer lo mismo. Solo nos adaptamos a un entorno cambiante. El otro eje es que no quieres producir sólo lo mismo sino diferenciarte y aportar mayor beneficio a la cadena de valor. Hablamos de tomates con más sabor, melones más pequeños, sin pepitas o de otros colores. Esto nos permite ampliar la gama de productos ofertada e incrementar así los consumidores y por tanto el consumo. Ahí las semillas tienen un papel muy relevante. Esta nueva estrategia tiene un mayor impacto en los países desarrollados donde toda la cadena agroalimentaria se alinea para buscar esa diferenciación.

Desde la ISF intentan expandir el denominado Systems Aproach. ¿En qué consiste?

La semilla tiene un proceso relativamente complejo desde el punto de vista logístico. Se producen en un sitio, luego llegan a las sedes de las empresas de semilla, donde tienen que limpiarse, analizar la calidad, la sanidad y envasarse para expedirse a los distintos mercados. Es decir, se puede producir en Perú, confeccionarse en España y venderse en Marruecos, lo que obliga a atravesar muchas fronteras. Lo que queremos es agrupar los países con un sistema homologado de manera que, si uno cumple esas normas de higiene y de sanidad vegetal, automáticamente el trámite de exportación o de importación se pueda hacer.

Eliminar el exceso de burocracia vamos...

Es una burocracia bien entendida cuando hablamos de sanidad vegetal para evitar que las enfermedades endémicas en un país lleguen a otros. Nosotros lo que queremos es que la semilla fluya de forma ordenada y siguiendo los protocolos de sanidad establecidos. Eso se hace asegurándonos que la semilla madre, es decir la que va a generar la planta, que luego va a generar el fruto y luego la semilla comercial, esté limpia, que todos los procesos de producción estén absolutamente auditados y sistematizados, que la cosecha se haga de una manera, el envío de otra, etc., todo parametrizado. Si esta burocracia se hace para asegurar la sanidad vegetal, está bien, lo que pasa a veces es que algún país la utiliza para complicar las importaciones y hacer una barrera de entrada. Pero no se dan cuenta de que si es para proteger su mercado interno a la larga no ayudan a su agricultura. Pensemos que si sus agricultores quieren comprar la semilla de fuera será porque les ayuda a rentabilizar sus explotaciones y ser más sostenibles que usando la que producen las empresas locales.

Ustedes comercializan semillas de maíz transgénico. ¿En Europa se ha perdido la batalla para sumar nuevos cultivos?

Dar por perdido es mucho decir. Se ha legislado de una forma un tanto particular porque a estas alturas es evidente que hay una cierta arbitrariedad a la hora de legislar. Hay cosas que tienen el mismo nivel de riesgo y unas se permiten y otras no, con lo que te preguntas cuál es el criterio científico que se utiliza. Quiero pensar que tarde o temprano esta regulación va a cambiar porque las incoherencias no se sostienen durante muchos años. Luego cualquier regulación tiene un impacto económico que habrá que sopesar y ver cuán grande es. Europa sigue siendo una potencia a nivel de semillas, pero si la investigación usando las últimas tecnologías de mejora se complica podríamos perder a medio o largo plazo esa competitividad. Cada vez hay más consenso científico en que el “criterio de precaución” que se utilizó en el pasado para regular esas tecnologías tiene menos sentido ahora.

¿Confía en que la UE permita las nuevas tecnologías de edición genética?

Tengo la esperanza de que se acabe regulando de manera que tenga coherencia científica y que económicamente no impacte generando monopolios u oligopolios. Si se regula de tal manera que sólo empresas con mucha capacidad financiera puedan hacer frente a esos retos, estas generando unas barreras de entrada que a medio o largo plazo generarán oligopolios.

¿Y puede generarse un desfase de competitividad?

Esa es la inquietud y el miedo que tenemos. Si para poder investigar y luego comercializar con estas nuevas técnicas de biotecnología nos tenemos que gastar muchísimo más por temas regulatorios, tendrá su impacto y perderemos competitividad. Primero insisto en que tiene que haber coherencia científica y segundo que no fuerce la construcción de un escenario donde sólo algunas empresas puedan sobrevivir.

En España el uso de semilla certificada todavía es muy minoritario. ¿A qué cree que se debe?

Eso entra en la misma dinámica que afecta a los derechos de autor. Aún existe la idea falsa de que no se hace daño a nadie al piratear la música. Y se dedican muchos esfuerzos a combatir esas prácticas. Pero también hay que ser consciente de que ir contra la naturaleza humana es complicado. Hay que crear modelos de negocio en el que hacer las cosas correctamente sea la solución más rentable, aunque sé que es difícil. Por ejemplo, en el caso de la música, la situación está mejorando mucho porque ahora escuchar a tus artistas preferidos es más cómodo usar la manera legal que la ilegal gracias a las plataformas digitales que todos conocemos. Hay que seguir creando concienciación, y perseguir la piratería, pero animo al sector de las semillas a ser creativo a generar modelos de negocio que dificulten esas prácticas ilegales.

¿Cuál ha sido el secreto para que una empresa familiar esté en primera línea en el desarrollo de nuevas semillas a nivel mundial?

De entrada, apostar por la investigación. Comenzamos en la década de los 70 y como esa investigación requería mucha inversión y mucho gasto y el mercado de las semillas es pequeño, apostamos por la internacionalización. Esos han sido los pilares de nuestra estrategia; Investigación e internacionalización. Lo que nos diferencia de nuestros competidores es que somos conscientes de que esa investigación tiene que estar siempre enfocada a las necesidades del cliente. Nuestra vocación es transformar la agricultura desde la semilla y eso se hace trabajando codo con codo con todos los actores: los agricultores, las cooperativas, los distribuidores, etc., entendiendo cuáles son sus necesidades. explicaremos cuáles son nuestras posibilidades y generaremos nuevos proyectos, una complicidad que nos convierte en su socio, sus semillas. Muchas veces nos vemos como un catalizador de la reacción que provoca esa transformación de la agricultura. Eso es algo que intentamos inculcar a todas las personas que forman el engranaje interno de Fitó: a los que hacen investigación, desarrollo, venta, etc., que no podemos estar aislados sino constantemente creando puentes y relacionándonos a largo plazo con todos los actores de la cadena. Apostar por la investigación y la internacionalización han sido las claves, pero siempre manteniendo esa voluntad con los agricultores de convertirnos en el motor de cambio de su negocio.

Desde el punto de vista económico. ¿Qué resultados esperan este año?

Prevemos crecer más de un 5% sobre los 92 millones de euros del año pasado. Vamos a seguir creciendo en España y Europa y en mercados internacionales. Exportamos alrededor de un 60%.

¿Cuáles son las principales innovaciones en las que está trabajando Semillas Fitó?

Además de las mejoras continuas en tomate, melón, etc., reduciendo el impacto de los productos fitosanitarios a través de resistencias genéticas. En la innovación más disruptiva, estamos intentando crear productos con nuevos sabores y aromas para intentar captar valor como el tomate Monterosa o el melón Waikiki.

Han creado líneas de agricultura ecológica y para agricultores ‘aficionados’. ¿Cómo están funcionando

Son muy pequeñitas aún. La crisis del Covid-19 ha permitido remontar las ventas en estos segmentos. En orgánico estamos empezando con crecimientos importantes en porcentaje, pero en valor absoluto siguen siendo muy discretos. Hay una tendencia muy clara a la agricultura ecológica, y aunque consideramos que la convencional es tan saludable, si los agricultores quieren diferenciarse con este tipo de cultivos no hemos organizado esa línea.