Calidad y sostenibilidad: el futuro del aceite de oliva

Vivimos un sentimiento compartido de incertidumbre que, lejos de paralizarnos, nos impulsa a reflexionar sobre el futuro que deseamos como sociedad. Hace tan solo unos meses comenzábamos una nueva década con la aspiración de construir un mundo mejor, siguiendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Poco después, llegó la crisis del Covid-19 difuminando este horizonte y cambiando las prioridades. Sin embargo, más allá de la amenaza sanitaria y de su impacto económico, debemos volver el foco a estos objetivos que, en el caso del sector olivarero, son indispensables para su supervivencia.

El modelo de mercado actual es frágil y está condicionado por la sobreoferta de aceite de oliva. Cada diez segundos se planta un nuevo olivo en el mundo, lo que profundiza el desequilibrio entre la producción y la demanda. Como consecuencia, la ya existente crisis de precios en el sector se agravará, perjudicando a todos los agentes de la industria, desde los agricultores, hasta embotelladores y minoristas y, además, complicará la revalorización de la categoría. Cambiar el rumbo requiere la colaboración de todo el sector, el compromiso de ir más allá de los requisitos mínimos y acordar medidas sólidas que garanticen la sostenibilidad y calidad del proceso en toda la cadena de valor. En este sentido, es clave invertir en la formación de los agricultores para dotarlos del conocimiento y las herramientas que les permitan hacer un uso más eficiente de recursos.

En Deoleo hemos desarrollado e implementado exitosamente programas de educación y capacitación para agricultores y almazaras. Con ellos se pretende, entre otras cosas, salvaguardar las variedades autóctonas del olivar, implementar técnicas para la preservación de la biodiversidad y fomentar la cosecha temprana. Hasta la fecha, han logrado grandes resultados. Por ejemplo, trabajar junto a los productores para que cosechen sus aceitunas a principios de la temporada -octubre y noviembre- es un impulso clave para transformar la producción. Mediante estas prácticas se obtienen aceites con más aroma, se conservan mejor sus propiedades y se brinda a los árboles más tiempo para prepararse para el próximo año. De este modo, no solo se beneficia el medioambiente, sino que se incrementa la calidad del producto.

Aprovechemos la oportunidad que tenemos ante nosotros de transformar el sector y mejorar la calidad del aceite de oliva, tomando hoy las decisiones que construirán el mañana. Este debe ser el compromiso de la industria para contribuir al mundo en que vivimos