‘Batas solidarias’: la lucha de la mujer rural contra el Covid

Con el altavoz del WhatsApp de ASAJA Valladolid, la iniciativa Batas Solidarias, confeccionó más de 14.000 prendas de material sanitario para 16 ciudades españolas

Batas Solidarias es una de las iniciativas más impresionantes que nos ha dejado esta emergencia sanitaria en España. Más de 200 mujeres del campo y la ciudad trabajando juntas, que en prácticamente tres meses, confeccionaron más de 14.000 predas de material sanitario para hospitales, residencias, centros de salud y asociaciones de todo tipo.

Todo empezó con un grupo de WhatsApp. En los días más duros, el chat del colegio de antiguos alumnos de la Enseñanza en Valladolid echaba humo. Varios exalumnos, médicos, enfermeros, o familiares de estos, contaban su desesperación por la falta de material. Impotentes ante la situación, varias integrantes del grupo decidieron hacer algo y empezar a fabricar con los videotutoriales colgados en la web batas para los sanitarios. Empezaron con la iniciativa un grupo de cinco o seis personas que sufragaban de su bolsillo el material y que pronto vieron que no daban abasto.

El altavoz de Asaja Valladolid

Una de aquellas mujeres, Irene Carvajal, se lo comentó a su marido, Juan Ramón Alonso, presidente de ASAJA Valladolid, que le propuso sumar a la iniciativa a los socios y socias de esta organización agraria para que colaboraran los que pudieran. Se puso un aviso en el WhatsApp de esta organización y la respuesta fue enorme. Lo que empezó con un grupo de cinco o seis personas al principio, pronto se convirtió en tres grupos de colaboradoras del campo y de la ciudad trabajando codo con codo: El Grupo de la Enseñanza, el de ASAJA Valladolid y uno de la localidad vallisoletana de Puente Duero.

Gracias a la coordinación y experiencia de ASAJA Valladolid, y la implicación y el trabajo de Teresa Martínez Puras, miembro de la junta directiva de la organización, empresaria y viticultora, la producción empezó a crecer desde 60 al principio, hasta las 400 batas diarias en muy poco tiempo.

Un número que en pocos días se quedó corto ya que gracias al implantación de ASAJA Valladolid en el medio rural muchas más voluntarias se empezaron a sumar a la iniciativa. Principalmente dos numerosos grupos. Uno liderado por Maria José, mujer de un agricultor en Medina del Campo, que integró a 80 mujeres de esta localidad, alumnas de su academia de costura. Otro liderado por Beatriz, presidenta de la Junta Agropecuaria Local de San Pedro de Latarce, que formó otro “ejército de voluntarias” en Toro (Zamora), población cercana a esta.

De 400 batas y verdugos diarios, se pasaron rápidamente a casi a 800 diarias y 1.000 en los días más duros de la pandemia. Al reparto que al principio lo realizaban Irene Carvajal, Teresa Martínez Puras y Laura Camina, se sumó la inestimable colaboración de la Policía y Protección Civil que se enteraron de esta idea y empezaron también a repartir material. Al igual que en la última fase la Unidad Móvil de Emergencia de Castilla y León. “Hemos usado mucho tanto las batas como los verdugos, nos llegaron cuando más falta nos hacían, en momentos de verdadera escasez. La labor de estas voluntarias ha sido fundamental para que no enfermásemos”, comenta Ana Belén Camina, pediatra en el Centro de Salud de la Circular en Valladolid.

Esta pediatra cree es necesaria más investigación e inversión en sanidad porque “el esfuerzo de voluntarios y sanitarios ha paliado la necesidad de más medios humanos y materiales para haber afrontado con más garantías esta pandemia”, señala Camina.

Esta idea, liderada por mujeres del ámbito rural junto con las de la ciudad, no hubiera llegado tan lejos si las empresas vallisoletanas y del resto de España no se hubieran prestado a ayudar. La cantidad de pedidos llegó a ser tal que era imposible sufragar toda la compra de material por las propias mujeres. “ASAJA Valladolid decidió comprar y donar material para que nuestras socias pudieran atender la demanda y su ejemplo volvió a crear un efecto llamada en el resto de empresas de Valladolid”, explica Teresa Martínez Puras.

Empresas como Ducos, Pescaderías la Alondra, Plásticos Ojeda, SuperCash, Hortícolas Esma, Vino Las Abogadas, Echos Line, Supermercado Bolivia o los Restaurantes Las Lanchas y el Rincón del Labrador se sumaron a la iniciativa y empezaron a comprar material y donarlo.

La iniciativa fue creciendo y más empresas se fueron sumando en una cadena de favores solidarios fundamental: Fundación Educa, Belgrabia Producciones, Hotel Resort el Montico, ASVIME, Bar Forum, Correduría de Seguros Cynse, la Droguería José en Villabrágima, Comercial Alda, La Academia de Costura Maria José de Medina del Campo y la Asociación Cultural Soperones de Villanueva de los Caballeros.

La labor de estas empresas, en un momento de crisis sanitaria y económica ha sido impagable permitiendo que estas batas solidarias llegasen no solo hasta los hospitales, residencias y centros de salud de Valladolid si no a las ciudades que más lo necesitaban. En concreto, más de 16 de toda España. El 57% del material sanitario se ha repartido en residencias de ancianos, en su mayoría en el medio rural y las más necesitadas de EPI, un 15% a hospitales, un 14% a centros de salud y el resto a centros sociales.

Tras casi tres meses de trabajo y una vez que ha descendido la demanda, las mujeres de Batas Solidarias siguen confeccionado a un menor ritmo para seguir atendiendo los pedidos que les llegan y tener un pequeño stock de material por si fuera necesario. Con batas y verdugos principalmente, preparados para dar una respuesta rápida ante la posibilidad de rebrotes, que cada vez son más frecuentes, o una segunda ola de contagios.

El siguiente paso de estas mujeres es reinventarse de nuevo y aprovechar esta “fuerza solidaria” hacia nuevos objetivos como la necesidad de alimentos de las familias más necesitadas.