De Almería al mundo

España es el país de Europa con mayor número de invernaderos solares. En sus 35.000 hectáreas de invernaderos, localizadas en Almería y la costa de Granada, se cultivan cada año 4,5 millones de toneladas de frutas y hortalizas frescas que abastecen al 50% del mercado interno y al 50% de los mercados europeos, llegando a superar el 60% durante los meses de invierno, cuando la producción continental no es viable debido a las bajas temperaturas.

Las óptimas condiciones climatológicas que se dan en estas zonas, unidas a un sistema de producción moderno, sostenible e innovador, han convertido a este sector en el paradigma de la agricultura mundial. Un reconocimiento que no es solo una opinión personal. En el año 2017, la ONU designó al modelo productivo de los invernaderos solares del sudeste español como el mejor ejemplo de sostenibilidad para dar de comer al mundo, en un contexto marcado por un imparable incremento poblacional, una disminución de la superficie cultivable y unas condiciones climáticas cada vez más desfavorables para la agricultura.

Resulta paradójico que en un entorno en el que el 24% del territorio es árido (Almería cuenta con el clima más desértico de Europa y con más de 3.000 horas de sol al año), se haya conseguido levantar el mayor vergel de Europa. Y todo esto se ha hecho en tiempo récord. En tan solo tres décadas, Almería ha pasado de tener una agricultura de subsistencia a ser el sistema más avanzado y productivo del mundo. No en vano, Almería es conocida como el “Silicon Valley” de la agricultura sostenible y nadie duda de su liderazgo como potencia agrícola mundial. Pero todo liderazgo conlleva una responsabilidad y los productores, conscientes de lo que se juegan, llevan asumiéndola desde hace años. Por eso, estos cultivos se guían por los máximos estándares de calidad, sostenibilidad, seguridad y respeto a las personas y al medio ambiente.

De hecho, los consumidores, cada vez más exigentes y concienciados con una alimentación sostenible, sana y respetuosa, han motivado que la amplia mayoría de productores de cultivos de invernaderos solares cumplan con unos estrictos sistemas de certificación, lo que garantiza la trazabilidad y calidad de los alimentos en todas las etapas de la producción, la sostenibilidad de la actividad y el trabajo en toda la cadena de valor. Todo ello, unido a un sistema altamente modernizado, sostenible e innovador, ha convertido a este sector en uno de los puntales de la agricultura mundial con una clara capacidad exportadora. Gracias a la producción de los invernaderos solares, 500 millones de personas pueden acceder a frutas y hortalizas durante todo el año. Sin ir más lejos, durante la crisis del Covid-19, el sistema productivo bajo abrigo no ha parado ni un segundo y ha demostrado su eficacia y seguridad para seguir surtiendo a todos los mercados de productos sanos y saludables, incluso, en las circunstancias más adversas.

Los productos hortofrutícolas de los invernaderos solares no solo son sanos para las personas, sino también sostenibles para el medio ambiente. Diversos estudios científicos avalan su contribución para frenar el calentamiento global, además se optimizan al máximo los recursos hídricos -un bien muy preciado en una zona tan seca como ésta-, se recicla el 95% del plástico utilizado, se ha relegado a la mínima expresión el uso de productos plaguicidas gracias a la utilización de insectos beneficiosos para combatir las plagas y la utilización de combustibles fósiles es apenas imperceptible, ya que el 96% de la energía empleada procede únicamente del sol. Un recurso natural e ilimitado que en la costa oriental de España se recibe de forma constante durante todo el año.

Pero la contribución de los invernaderos no es solo sostenible desde un punto de vista medioambiental, también lo es desde un punto de vista laboral. La mayoría de las explotaciones agrícolas son de carácter familiar, unas 14.500 familias viven de este sector que da trabajo en total a unas 110.000 personas y a 45.000 de forma directa. De estos últimos un 60% son trabajadores inmigrantes de más de 100 nacionalidades que reciben un salario similar o superior, para este mismo sector, a los del resto de Europa. Hay quienes estarán descubriendo en este artículo una realidad tan necesaria como desconocida -e injustamente maltratada-. Por eso, para aportar un poco de luz en la nebulosa de los intereses comerciales, los productores europeos agrupados en las organizaciones APROA (Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Andalucía) HORTIESPAÑA (Organización Interprofesional Española de Frutas y Hortalizas) y EUCOFEL (Asociación Europea de Frutas y Hortalizas), junto a la Unión Europea, hemos puesto en marcha la campaña CuteSolar: cultivando el sabor de Europa en invernaderos solares, cuyo objetivo es informar y promocionar los cultivos bajo abrigo.

A través de este programa se quiere poner en valor la calidad, variedad y frescura de las frutas y hortalizas cultivadas en los invernaderos solares, desterrar las percepciones erróneas que existen en la sociedad en torno a la agricultura que se practica en los invernaderos solares y aumentar el conocimiento de los beneficios que representan para la salud el consumo de frutas y hortalizas, uno de los pilares fundamentales de la Dieta Mediterránea. Porque no basta con hacer las cosas bien, también hay que hacerlas saber.