‘Brexit’: un mercado de 4.000 millones en el aire
hasta el último minuto

El sector agroalimentario contiene la respiración ante la incertidumbre sobre el ‘Brexit’ aunque ya ha tenido que sortear algunos problemas como los intentos de cambiar las condiciones de los contratos por parte de los importadores y dificultades en la contratación de seguros de caución.

Nerviosismo, preocupación e inquietud. Son las tres palabras que más se oyen en el sector agroalimentario al hablar de Brexit. Y no es para menos porque el Reino Unido es un mercado que en alimentación depende en un 70% del abastecimiento de la UE y es un destino clave para España con un volumen anual de alrededor de 4.000 millones de euros: para las cooperativas agroalimentarias supone el 11% del comercio, porcentaje que se eleva hasta el 12% en el sector de las frutas y hortalizas, 18% en el vino y 22% en el arroz, aparte de ser fundamental para el aceite de oliva.

Es una relación comercial que el próximo año se tendrá que realizar bajo un nuevo marco porque Reino Unido dejará de tener la obligación de aplicar la normativa europea. Las condiciones para exportar dependerán de que haya o no un acuerdo entre el Gobierno británico y la Unión Europea. Y esto hace que desde el sector agroalimentario se esté muy pendiente y se confíe en un acuerdo en el último minuto que no perjudique las exportaciones o que se establezcan términos similares a los fijados en las relaciones con Suiza y Noruega, tal y como se demanda desde el sector de frutas y hortalizas de COAG.

“Todas las empresas viven con preocupación la llegada del 1 de enero porque no hay ningún acuerdo comercial una vez termine este acuerdo transitorio. Es un mercado de mucho valor y de los más importantes. Buscar alternativas es irreal. Bien es cierto que es un mercado que va a estar ahí y que a Reino Unido le va a ser muy difícil a corto plazo encontrar alternativas”, explica Gabriel Trenzado, responsable de Internacional en Cooperativas Agroalimentarias.

Sin embargo, esta situación tampoco resta zozobra al sector. “Si no hay acuerdo, habrá unos puentes que puede que se rompan de cara a la continuidad en las relaciones comerciales. Esto va a traer impacto económico y en la actividad en Europa, y también de abastecimiento inmediato en el Reino Unido. Y esto puede llevar al Gobierno británico a tomar medidas a la desesperada, que no creo que vayan en la línea de mantener el flujo comunitario, sino en la línea de terceros países. La situación de incertidumbre es grande”, añade Gabriel Trenzado.

Y, ante tanto interrogante sobre el nuevo marco de relaciones comerciales, los planes de contingencia no son una solución válida para todos. “Desde las instituciones europeas y españolas se lleva insistiendo en que las compañías tengan planes de contingencia, pero hay tantas incertidumbres que hay empresas que no tienen tanto músculo en tiempo y financiero para realizar el plan y sustituir un mercado tan importante. Ya salir fuera de España es difícil para empresas del sector primario. Aunque puedan preparar un plan de contingencia, el golpe que se viene con el Brexit es de tal dimensión, que es muy difícil neutralizar o parar el impacto”, que se teme “grande” sobre todo si no hay acuerdo porque “los mercados alternativos no existen y, cuando existen, hay que trabajarlos a medio y largo plazo. No es desde luego cambiar un contenedor de sitio”, añade.

De momento, el sector agroalimentario sigue operando con normalidad en Reino Unido -mercado que no se prevé ni se quiere abandonar-, con un aumento de las exportaciones en lo que va de año, a pesar del Covid-19 y la caída o ralentización a nivel global de las ventas al exterior. Un incremento que se está intensificando en diciembre para evitar el desabastecimiento ante los posibles problemas que puedan surgir en el primer trimestre de 2021. En el sector del aceite de oliva, “llevamos ya meses haciendo acopio sobre adelantos de envíos –aumento de entre el 10% y el 15%- en previsión de los posibles retrasos logísticos porque esperamos que, al principio, haya un bloqueo en las aduanas. Ante ese posible retraso, se ha decidido adelantar los envíos para los próximos meses”, indica Rafael Pico, director general de ASOLIVA. En otros productos también se observa un aumento de exportaciones como en el vino, en el que ha habido un ligero efecto acopio y un incremento de alrededor del 5%, o en los productos cárnicos de porcino con subidas en las ventas de enero a septiembre del 52% en paletas y jamones y del 5% en embutidos curados y cocidos.

El problema logístico y la operativa de las aduanas preocupan al sector, que está pendiente de si se abren nuevas rutas marítimas alternativas o qué sucede con el Eurotúnel, entre otras inquietudes. “Dudamos que Reino Unido tenga los medios suficientes de personal para acometer todo el control físico de las mercancías. Se podría producir cierto retraso en el despacho de mercancías y esto, quizá, podría derivar en un aumento del precio allí”, señala Daniel de Miguel, director de Internacional de Interporc. Una demora que podría producirse a pesar del período transitorio hasta el 1 de abril de 2021 para exigir el certificado sanitario de productos cárnicos y de origen animal.

“Seguro que habrá retrasos y problemas logísticos”, incide José Luís Benítez, de la Federación Española de Vino (FEV), que en gran parte estarán relacionados con la desconexión de los sistemas informáticos de la UE por parte de Reino Unido. Son sistemas específicos para el movimiento de mercancías sujetas a impuestos especiales como el vino. Por muy bien que funcione todo y los ingleses tengan desarrollado su sistema, es posible que haya problemas”.

Aranceles y aumento de costes

Junto a la logística y las aduanas, también se temen posibles aumentos de costes. En el sector del porcino, inquieta especialmente. “Si no hay acuerdo, habrá un arancel. Esto nos preocupa porque en el caso de la carne de cerdo, según la pieza, es de entre 53 euros y 86 euros por cada 100 kilos, es decir, entre 50 céntimos y un euro por kilo. Es una cantidad importante. Además, en embutidos y de jamón curado, el arancel es de alrededor de 1,5 euros por kilo. Todo esto se puede traducir quizá en que el producto pueda ser un poco más caro en los lineales. Ya veremos cómo se comporta el consumidor”, afirman desde Interporc.

En el vino también se teme por un posible aumento de costes, a pesar de que se ha conseguido una moratoria hasta septiembre de 2022 para mantener el etiquetado y una prórroga en el certificado sanitario hasta el 30 de junio de 2021, que “era quizá el trastorno inmediato más grave que nos temíamos ante la necesidad de acompañar los envíos con este certificado, que era un tema costoso porque algunos cuestan entre 300 y 400 euros”, aseguran desde la FEV.

El establecimiento de aranceles puede hacer que los productos agroalimentarios españoles sean menos competitivos. En el sector del aceite de oliva inquieta la posibilidad de que se apliquen los mismos aranceles a todos los países productores como Marruecos, Turquía, Siria o Túnez, que tienen costes de producción inferiores. Esto puede implicar que, “si no en un tiempo corto, pero sí a futuro, lo vamos a pasar mal porque va a haber un aceite a un precio más barato” en el Reino Unido, que importa unas 80.000 toneladas, aseguran desde ASOLIVA, desde donde matizan que “de la noche a la mañana, no va a cambiar, pero para nosotros va a ser un hándicap importante que todos tengan los mismos aranceles. Si esto no se modifica y no se llega a un acuerdo, el futuro va a ser perjudicial para nosotros en principio”.

La competencia de los productos cárnicos de porcino también se mira con recelo en este sector, que tiene una buena posición en el mercado británico en el que apuesta por poner aún más en valor la calidad y el saber hacer español. Daniel de Miguel aclara que “el consumidor del Reino Unido es uno de los más exigentes de la Unión Europea y está preocupado por el bienestar animal. Hay cadenas de retail como Morrisons, que han sido capaces de reconocer la certificación animal que ha desarrollado Interporc (Interporc Animal Welfare Spain). Esto es un buen respaldo y es diferenciación”.

Seguros y contratos, en el punto de mira

Y, aunque todavía se exporta bajo la normativa europea, ya se han detectado algunos problemas. Por ejemplo, en el vino. “Nos preocupan las presiones de importadores ingleses, sobre todo a las bodegas pequeñas, porque algunos pretenden la renegociación de los términos de exportación, los incoterms. Algunos han tratado de aprovecharse de este tema”, explica José Luis Benítez, quien añade que desde el sector se ha trabajado en coordinación con la Asociación Británica de Importadores de Vinos y Espirituosos para aclarar que no hay por qué modificar las condiciones que se venían aplicando hasta ahora.

Dificultades también con las compañías de seguros en frutas y hortalizas, que habitualmente se venden asegurados. Andrés Góngora, de COAG, apunta que han detectado dificultades en los seguros de caución (aseguran que el cliente te va a pagar o hasta una cantidad). “Es verdad que hay compañías de seguros que están revisando la solvencia del cliente. Esto siempre es complejo porque, si la bajan, tienes que trabajar con el cliente de manera diferente. Con Reino Unido, está empezando a ver a algún problema en esta línea”.

Los problemas con estas compañías no quedan ahí. En los seguros de cambio -se garantiza el cambio de moneda en un determinado período de tiempo-, “se están echando atrás. Exportar sin seguro es difícil y más de una empresa que se ha arruinado o caído por lanzarse a vender sin él”. Un seguro que se hace necesario para evitar perjuicios ante la devaluación que se ha producido en los últimos días de la libra esterlina y ante el cobro de la mercancía exportada en un período de entre 30 y 60 días.