El beneficio económico, ambiental y social de los bosques sigue en el olvido

Casi el 70% de la superficie forestal española está en manos de propietarios privados que reclaman la creación de una figura activa que ponga en valor el beneficio social, económico y ambiental que brindan al país

Recorrer una senda entre tejos milenarios, disfrutar de una comida campestre junto a un río, purificarnos mientras realizamos una ruta de senderismo por verdes montes, etc. La naturaleza ofrece mil y una posibilidades de ocio y disfrute deportivo; y, lo mejor, -teniendo en cuenta nuestra inmutable preocupación por cómo algo nos toca el bolsillo-, de forma gratuita. Eso sí, aunque no nos paremos a reparar en ello, detrás de los idílicos escenarios que nos regala, hay una gestión, un trabajo que, en buena medida, depende de particulares. Y es que, de las alrededor de 28 millones de hectáreas forestales que hay en España, el 67% son de titularidad privada. Buena parte de esos propietarios obtienen bienes tangibles a través de la gestión y, por tanto, un rédito económico, pero, tomémosle prestada una popular locución al refranero español: no todo el monte es orégano. También hay otros muchos que administran sus terrenos forestales en la sombra por simple amor a lo propio, selvicultores que, seguros de estar brindando al país y al conjunto de la sociedad un beneficio social, económico y ambiental incalculable, quieren verse reconocidos.

Así lo señala Francisco Carreño, presidente de la Confederación de Asociaciones de Selvicultores de España (COSE), una organización constituida en 1987 y que agrupa a las diferentes agrupaciones autonómicas de propietarios privados forestales. Según explica el principal representante de este gremio en nuestro país, “la superficie forestal genera bienes tangibles, que pasan por el mercado -madera, corcho, aprovechamientos cinegéticos y micológicos, etcétera-, pero también otros que no se pagan, pero que son fundamentales y, además, redundan en los primeros”.

En este sentido, subraya, los bosques son un sumidero de CO2, contribuyen a la regulación de los ciclos del agua, combaten la erosión del suelo, mejoran la calidad del aire y permiten conservar la diversidad biológica de nuestro país, considerada la más rica y variada de Europa. Pese a la suma importancia de estos beneficios, lamenta Carreño, “tenemos la mala suerte de que todo esto no está presente en el PIB y, por desgracia, tendemos a no dar valor a una cosa si no le ponemos un precio”.

Esa falta de retorno económico por la producción de bienes intangibles, representa, ni qué decir tiene, un gran hándicap para el país que tiene la segunda masa forestal más importante de Europa -ocupa el 55% de su superficie terrestre-, sólo superado por Suecia, pero que, según los expertos, también está a la cabeza en el parámetro de mala rentabilización -sirva como ejemplo un dato: si bien la extracción maderera podría alcanzar en España los 46 millones de metros cúbicos, el volumen de cortas apenas llega a los 19 millones de metros cúbicos, lo que representa una tasa del 41%, muy por debajo de la media europea, que se va hasta el 69%-.

Cultura forestal dispar

En este contexto, se pregunta retóricamente el presidente de COSE, “¿cómo involucrar al propietario de un terreno forestal en una gestión sostenible si no tiene un retorno?”. -Más aún, dice, en zonas como la suya, la murciana, donde no existe la posibilidad de esa extracción maderera que representa el principal aprovechamiento forestal. Es cuestión, señala Francisco Carreño, “de compromiso”, de buscar fórmulas para convencer de “anteponer la generosidad generacional a la mentalidad cortoplacista”. “Es difícil”, reconoce, y más teniendo en cuenta la “gran diversidad” que existe en nuestro país en esta materia, no sólo en cuanto al perfil del propietario, “en muchos casos gente mayor, o que vive en una ciudad alejado del lugar en el que tiene su propiedad forestal, o que no piensa más allá de un retorno inmediato”; más aún, por la notable distancia que nos separa en materia de cultura forestal: “de Madrid para arriba hay una importante tradición de gestión de los montes, mientras que de ahí para abajo, apenas nada”.

Gestión sostenible

A pesar de esos inconvenientes, COSE ha venido en los últimos años desarrollando foros, reuniones y diferentes iniciativas con el objetivo general de incorporar a los alrededor de 2,5 millones de propietarios privados, que se calcula hay en España, a una gestión sostenible de los montes que, además, puede ser un factor esencial para la lucha contra la despoblación en el medio rural.

Se ha logrado una “cierta unión”, afirma con satisfacción el presidente de este colectivo que ha conseguido la apertura de algunas líneas de ayudas a través de los programas de desarrollo rural para los propietarios forestales particulares, que ha entrado en la Junta Directiva de PEFC España y el Mundo –promotora del sistema de certificación forestal sostenible más implantado a nivel mundial-, y que se ha sumado también al movimiento Juntos por los bosques, por el que nada más y nada menos que 80 entidades del sector forestal español se han unido para poner en valor la riqueza que los bosques pueden aportar a la sociedad y definir propuestas de actuación primordiales en ellos que serán trasladadas a las formaciones políticas con representación parlamentaria y al Gobierno.

Agenda verde

Además, para dar voz a esos conservadores privados a los que representa, la Confederación ha abierto una vía de comunicación estable con el Ejecutivo nacional para diseñar una agenda forestal concreta. Reconoce Carreño que los avances son lentos pues la inestabilidad política que viene sufriendo nuestro país desde hace meses les ha colocado ya frente a varios interlocutores -y es consciente de que la pandemia actual por el Covid-19 los ralentizará aún más-, pero no piensa aflojar en su empeño de ver materializada esa agenda.

En el documento COSE quiere ver reconocida la figura del “selvicultor activo” -como en su día fue la del “agricultor activo”-, para abrir el camino hacia ayudas condicionadas de la UE que, considera Carreño, pueden representar el empujoncito definitivo para que muchos decidan involucrarse en la gestión forestal sostenible.

Más biomasa

También buscará con él la potenciación de la biomasa forestal como factor clave en el freno a la situación de emergencia climática, cuestión ésta que representaría un gran “estímulo” para los conservadores de terrenos en los que las posibilidades de aprovechamiento maderero son escasas, pero que juegan un papel primordial en cuestiones como la lucha contra los incendios o el mantenimiento de riberas.

Y la última gran demanda que el colectivo buscará introducir en esa agenda, la de una “fiscalidad verde” en positivo para unos selvicultores que, en definitiva, vuelve a incidir el presidente de la Confedereción a modo de conclusión, “producen bienes públicos que redundan en el conjunto de la sociedad”.